El libro electrónico expande la venta de contenidos a través de Internet

La irrupción de los libros electrónicos o e-books, en el mercado local ya comenzó a revolucionar las bases sobre las que, durante décadas, se sustentó el negocio editorial.

Aunque su edición aún es inferior en comparación a los ejemplares de papel, su llegada plantea interrogantes sobre el futuro de la industria de los libros que, definitivamente, no será la misma en los próximos años.

Este año, en la Feria del Libro de Buenos Aires, el grupo Telefónica debutó en el mercado de los libros electrónicos con el lanzamiento de su propio sistema de descargas para la Argentina, primer país donde ofrece el servicio, incluso antes que en España. “Lo que buscamos es que no llegue sólo un caño a la casa, sino que podamos ofrecer contenidos diferenciales para nuestros clientes. Dentro de esas tendencias, el e-book es otra pata más”, explica Andrés Tahta, director de Marketing Cliente de Telefónica.

“Nos posicionamos como un desarrollador de mercado. Alguien que permite llegar a millones de hogares o celulares con una oferta de servicio que le permita masificar el uso, generalizarlo, simplificarlo, llenar de contenido la conexión de Internet que vendemos y movilizar los contenidos”, señala Leandro Musciano, director de Productos y Servicios de Movistar.

Uno de los puntos positivos del negocio de los libros electrónicos es que, a diferencia de lo que se piensa, va en contra de la piratería. “Estamos agarrando a la industria del libro antes de lo que agarramos a la industria discográfica y de los videos, donde hay una piratería y un nivel de manteros que es muy fuerte –advierte Tahta–. El libro se puede bajar a seis dispositivos, pero sólo seis veces”. Las herramientas tecnológicas, entre ellas los mecanismos de DRM (Digital Restrictions Management Systems o Gestión Digital de Restricciones en español) que permiten la restricción al acceso y copia de obras publicadas en formatos digitales, favorecen el mayor control de los autores sobre su obra. “Pueden ver cuántas veces se descargó un título o a qué hora. Lejos de sentir el desamparo de la web hay un control muy fuerte”, asegura Gustavo Vorobechik, director de Bibliográfika.

En 2008, el mayor tráfico en Internet correspondía a Peer-to-Peer (P2P), la red donde pares comparten contenidos. Hoy ese tráfico está cayendo y lo reemplaza la distribución de audio o video por streaming, lo que implica que se trata de contenidos legales. “Es una tendencia mundial y en la Argentina pasa lo mismo. Somos un eslabón más en esa cadena. Estamos buscando fomentar la lectura y dinamizar ese mercado”, dice Tahta.

“En cualquier industria de bienes digitales, como música, películas o libros, cuando le das al usuario final la posibilidad de comprar algo de manera rápida y simple, la piratería empieza a perder. Ahí ves el cambio en el tráfico entre el P2P y streaming”, subraya Mariano Amartino, director general de la red de blogs Hipertextual

El funcionamiento del sistema de descarga de libros electrónicos es abierto, con lo cual tiene 26,5 millones de clientes potenciales (cantidad de internautas que hoy tiene la Argentina), se selecciona un título entre los 25.000 disponibles actualmente –divididos en 19 grupos– y se baja en menos de 20 segundo a diferentes dispositivos: PC, netbook, tablet, e-reader o smartphones, por ejemplo. Se puede pagar con tarjeta de crédito o a través de la factura de Movistar y, a partir de agosto, de Telefónica. “Es un beneficio muy fuerte en un mercado donde el cliente todavía no está tan confiado de poner en Internet los datos de su tarjeta de crédito. Un 83% de las compras desde que lanzamos el servicio vienen por la factura de Movistar”, detalla Musciano. Sin embargo, el comercio electrónico viene creciendo. En la Argentina ya se realizan 8,5 millones de transacciones por año, con un crecimiento del 48% entre 2009 y 2010.

Además del miedo a las compras por Internet, otro gran desafío de este incipiente negocio es el precio al que se pueden comercializan los libros electrónicos. Por la existencia de la Ley de defensa de la actividad librera, en el país todos los libros tienen un precio único. Por lo tanto, los electrónicos no pueden ser más baratos que los de papel. “Está claro que el consumidor no quiere pagar lo mismo por un libro electrónico que uno de papel”, destaca Vorobechik.

Mientras en los Estados Unidos, Amazon –el gigante de las ventas de libros por Internet– ya anunció que comercializa más libros en formato electrónico que ejemplares en papel, en la Argentina, el mercado es aún pequeño. “Actualmente los sitios punto com de las grandes cadenas de librerías no promedian ni la mitad de las ventas de una librería física. El problema es que la gente no quiere poner la tarjeta. El cliente hace la búsqueda online pero termina yendo al comercio para hacer la transacción”, describe Vorobechik.

(El Cronista Comercial)