Para la UIA y la OIT, el desarrollo industrial de la argentina continúa inconcluso

La recuperación industrial experimentada en la Argentina entre 2002 y 2011 aún no logró promover un cambio estructural, que sigue siendo un "proceso inconcluso" y los avances logrados podrían verse afectados por la caída de la actividad registrada en los últimos tres años, de acuerdo con un trabajo presentado ayer por la UIA y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

En este documento, que –más ampliado– será convertido en libro este año, la central industrial y la OIT se propusieron abordar, desde una mirada sistémica, el vínculo entre el empleo de calidad y la industria como promotora del desarrollo integral. Y la conclusión, luego de realizar una comparación entre la Argentina y otros países que alcanzaron el pleno desarrollo industrial, es que pese al proceso de reindustrialización experimentado por el país hasta 2011, "aún no logró superar las trabas y dificultades" que caracterizan a las economías en desarrollo de América latina.

"Conversa brechas de productividad inter e intrasectoriales muy notorias y enfrenta de manera recurrente los límites de la restricción externa, ocasionada por una dependencia de las importaciones para el crecimiento económico", consigna el informe, al tiempo que agrega que es por ese motivo que resulta fundamental "alcanzar mayores niveles de valor agregado e innovación en los recursos naturales, a la par de un mayor desarrollo del tejido industrial". Estas circunstancias impactan en el mercado de trabajo, ya que un país con una economía integrada y compleja demanda empleo de calidad y bien remunerado, mientras que ocurre lo contrario en economías con una industria poco diversificada o de bajo valor agregado. "En este marco –dice el trabajo–, la incidencia de la informalidad constituye otra problemática distintiva en los países en desarrollo, entre los cuales la Argentina no es la excepción".

La Argentina pasó de tener una tasa de empleo no registrado en el sector industrial del 17,1% en 1974 a una del 44,6% en 2003. La recuperación de la industria que llegó a partir de ese año permitió un repunte del mercado laboral en términos cuantitativos y, en menor medida, cualitativos.

Para la UIA y la OIT, el cambio estructural que necesita un país como la Argentina requiere de la interacción entre un marco macroeconómico favorable que comience por un crecimiento sostenido; un entramado institucional que fomente, agilice y guíe el diálogo entre las partes involucradas; y una estructura productiva en la que predominen las actividades con alto valor agregado y con un alto nivel de integración inter e intrasectorial.

En cuanto al contexto macro, las instituciones destacaron como factor decisivo el comercio exterior. Según el informe, las exportaciones son clave no sólo para sostener las importaciones de tecnología de punta, sino también para ganar libertad en la gestión macroeconómica y "alejar las crisis de la balanza de pagos".

Parte del trabajo se dedica a realizar una comparación entre la Argentina y casos como el de Corea del Sur e Italia, que tuvieron similitudes con el país pero que luego se fueron diferenciando a partir de los años setenta. Una de las principales características de los "milagros" económicos de estos países fue, según refleja el informe, la generación de una "estructura industrial densa", con mayores encadenamientos de sectores de actividad clave con relación al resto de la estructura productiva. Este punto es, justamente, el que debilita a la Argentina: la falta de encadenamientos significativos hacia atrás del entramado productivo.

"La estructura productiva de la Argentina todavía se encuentra fragmentada, por lo que el aumento en la producción de la mayoría de los sectores carecería de una capacidad de tracción hacia el resto de la economía", puntualiza el trabajo.

Fuente: elcronista.com