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Fuerte respaldo al voto juvenil en la primera audiencia pública del Senado

Rastas, remeras con consignas políticas, cabellos coloridos, aros vistosos de tan gigantes, pañuelos en la cabeza, jeans desgastados, mucho entusiasmo y firmeza política. Eso es lo que aportaron los jóvenes, que ayer fueron mayoría, en la primera audiencia pública por el proyecto que autoriza a votar a partir de los 16 años. Todos respaldaron la iniciativa, incluso con críticas, y le quitaron la acostumbrada (forzada) formalidad y gestualidad que les suelen otorgar los senadores a las diferentes actividades que protagonizan en la Cámara Alta. "Tengo 16 años y quiero votar", sintetizó Micaela Retamozo de la Red por derechos de los Jóvenes Zona Norte.

La primera parte de la audiencia, que condujo el presidente de la comisión de Asuntos Constitucionales, Marcelo Fuentes, la protagonizaron funcionarios nacionales. El ministro de Educación, Alberto Sileoni, no escatimó argumentos a favor de la norma: "Es una apuesta hacia los jóvenes y la ampliación de derechos siempre es una conquista y nunca un retroceso." El ministro consideró que el proyecto no presupone que todos tienen vocación política "sino que es deseable que se incorporen a la política. La participación no admite adjetivaciones. Se trata de un proyecto que es una apuesta hacia los jóvenes y que les expresa confianza."

Mientras Sileoni terminaba su exposición y se preparaba el director nacional electoral, Alejandro Tullio, los pasillos del Senado se iban colmando de adolescentes y jóvenes que preparaban sus discursos. Tuvieron que esperar tres horas porque algunos senadores, sobre todo de la oposición, como la cobista Laura Montero, querían saber –por ejemplo– la opinión de Sileoni sobre "el adoctrinamiento" que supuestamente realiza La Cámpora en escuelas secundarias: "Es una construcción mediática con el fin de infundir miedo", cerró el tema Sileoni.

El vicepresidente Amado Boudou estuvo presente y aseguró que los que se oponen al proyecto quieren "una democracia de élites". Es más, comparó los argumentos en contrario con aquellos "que se usaron para rechazar el voto de las mujeres y para que sólo pudieran votar los mayores a 21 años".

Tullio se concentró en resaltar que "este aporte histórico a la inclusión electoral" no tiene nada de "oportunismo político". Consideró que el voto debe ser optativo para este grupo etario, que representaría un 4,6% del padrón, porque debe dársele "una posibilidad de hacer más viable el derecho, de no convertirlo de pronto en una carga, sino que se vaya incorporando".

Matías Podestá acomodó el cuello de su camisa y acercó el micrófono para decir, como representante de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) de Entre Ríos: "Los jóvenes no somos ni más ni menos incapaces. Si nos dan la posibilidad de participar, lo haremos y aportaremos a la transformación del país." No fue el único estudiante secundario. También participó el titular del centro de estudiantes de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini (colegio de la UBA), quien aseguró que los que rechazan el proyecto es porque "tienen miedo al cambio". "Nos tenemos que acostumbrar que esta es una nueva sociedad."

Curiosamente los radicales que hablaron no eran secundarios. Todos fueron universitarios, como el presidente de la FUA Emilio Cornaglia, quien buscó lucir sus dotes discursivas hablándole directamente al senador Aníbal Fernández, uno de los autores del proyecto. Criticó la intencionalidad política del oficialismo y aseguró que el kirchnerismo no es el gobierno que más presupuesto dedicó a la educación sino el de Arturo Illia. Nadie le respondió.

Más contemplativo estuvo el titular de la Juventud Radical, Lucio Lapeña, quien sumó su apoyo, pero propuso que la ley sea "más amplia" e incluya derechos educativos, laborales y culturales para los jóvenes. "Se dice que es un fin electoral, que se manipula a los jóvenes. No nos subestimen, no mientan. Estamos en condiciones de participar", sostuvo algo nerviosa Sol Faustina Cozzani del Colectivo Militante. La jovencita María Pilar Saflate, de la Agrupación Jauretche interpeló a los que tienen objeciones al proyecto: "Por qué no le piden explicaciones a María Claudia Falcone, secuestrada con 16 años o a la madre de Juan Cabandié, que fue secuestrada a los 17 años." Desde esa terrible experiencia, sumó su respaldo Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes de La Noche de los Lápices, quien sostuvo que la dictadura hizo desaparecer a cientos de adolescentes "porque lo más peligroso era la capacidad de organización y de sensibilidad social". Díaz aseguró que ese compromiso y la lucha por alcanzar "un país más justo y libre" se tiene que traducir en la habilitación de votar: "Les pido que los dejen votar, lo digo desde el horror de esos campos de concentración, y me atrevo a asegurarles que el joven que vote, dejará atrás el individualismo y se transformará en alfabetizador de ciudadanía."

La polémica por el voto extranjero

El proyecto de ley que habilita a votar a partir de los 16 años también prevé la posibilidad de que los extranjeros, con dos años de residencia plena, puedan hacer uso del derecho al sufragio. Este es un tema que provoca más de una polémica y genera rechazo en la oposición.

Durante la audiencia de ayer, el director nacional electoral, Alejandro Tullio, aclaró que por procesos administrativos recién en cuatro o cinco años podrán los extranjeros votar como dice la norma en debate. Precisó que entre 2004 y 2012 "hubo 469.002 radicaciones permanentes", las que "no alteran la estructura demográfica, la acompañan, y en ningún caso afectarían los registros electorales". El funcionario esquivó chicanas, como la de Eugenia Estenssoro (CC) que dijo que la Cámara Electoral habría dicho que era de difícil control el voto de extranjeros: "No respondo sobre trascendidos", le dijo. El que se opone al proyecto es el senador Adolfo Rodríguez Saá, quien aseguró que la iniciativa "le quita los valores a la argentinidad". Es más, indicó que el oficialismo "busca otro nicho para lograr votos fáciles" y, arriesgó: "Que voten los extranjeros es bastardear la democracia."

Fuente: Tiempo Argentino