Se demora la exportación de soja por el paro de trabajadores portuarios

El conflicto que mantiene paralizados a los puertos cerealeros del Gran Rosario está afectando la comercialización de la cosecha de soja. Ayer, los exportadores hicieron muy pocas ofertas para comprar soja en la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) ante la paralización de las plantas procesadoras. Hay quince fábricas sin operar y unos 10.000 trabajadores sin realizar tareas. Además, se estima que son 5000 los camiones que impiden la normal circulación en las rutas de la zona.

Según datos de la BCR, ayer hubo operaciones por 5000 toneladas de soja. Anteayer se habían comercializado 40.000 toneladas (de lo que se informa en la página 7).

El conflicto estalló hace diez días, luego de que no arribaron a un acuerdo la Cooperativa de Estibadores, conducida por Herme Juárez, con las principales cerealeras de la zona. La cooperativa que agrupa a los estibadores, cuyo gremio también es liderado por el ex intendente de Puerto General San Martín, reclama un incremento de la tarifa de un 100 por ciento en dólares.

El presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, Cristian Amuchástegui, calificó el bloqueo como "salvaje" y sostuvo que si las medidas continúan el país perderá varios mercados internacionales. "Este no es un problema de Rosario sino nacional, porque por estos puertos se está embarcando el 75 por ciento de la producción nacional. Este es un problema serio, estamos en plena cosecha y los pronósticos no hablan de lluvias, es el momento en el que los productores aprovechan para la trilla", señaló Amuchástegui.

El presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario sostuvo que los acopiadores ya no poseen lugar para albergar los granos y los camioneros permanecen varados hasta que no se levanten las medidas de fuerza.

Juárez, quien ejerce el doble rol de ser presidente de la cooperativa que agrupa a los estibadores y secretario general del Sindicato Unidos Portuarios Argentinos (SUPA), dijo que se retomarán las conversaciones con los representantes del complejo sojero. No obstante, aclaró que el sector reclama un incremento de la tarifa que cobra la cooperativa para cargar los barcos con granos.

Fuentes cercanas a las aceiteras confiaron a LA NACION que en la reunión de la semana pasada las empresas ofrecieron un incremento de la tarifa de la cooperativa que costea el salario de los estibadores de un 25 por ciento en dólares, pero Juárez rechazó la oferta.

Indicó que actualmente las plantas aceiteras y terminales portuarias pagan 0,23 dólares por tonelada cargada a esa cooperativa. Juárez se niega a precisar cuánto es el incremento de tarifa que pretende cobrar, porque según aclararon desde la cooperativa "son conversaciones privadas que se mantienen con las empresas".

No obstante, trascendió que la cooperativa pretende cobrar un incremento del 100 por ciento de la tarifa, que está dolarizada. Es decir, llevarla a 46 centavos de dólar. El argumento que exponen es que el año pasado la cooperativa perdió más de 2,5 millones de dólares con la caída abrupta de las exportaciones agropecuarias, que bajaron según la Bolsa de Comercio de Rosario de 71 millones de toneladas, en 2008, a 51 millones, el año pasado.

El jefe del Sindicato de Aceiteros de San Lorenzo, Pablo Reguera, explicó que los trabajadores de ese gremio reclaman un incremento de salarios del 8 por ciento o una suma fija de 500 pesos "para compensar la inflación de los tres primeros meses del año".

"No estamos a foja cero; tuvimos reuniones pero el sábado hubo una suspensión. Nosotros estamos tratando de hacer un arreglo", remarcó Juárez.

Según las fuentes gremiales, este año se podrían embarcar unos 30 millones de toneladas de granos y subproductos en los puertos ubicados en el Gran Rosario. Si Juárez logra el incremento de tarifa que reclama, la cooperativa embolsaría en esta campaña más de 13 millones de dólares, un monto con el que tiene que costear el mantenimiento y la inversión en las maquinarias y el salario de los estibadores, que el año pasado cobraron 90 pesos por día (en jornadas de seis horas de trabajo). (LA NACIÓN)