INTERNACIONAL

Brasil apuesta a la producción industrial y el consumo sobre la base de una baja en las tasas de interés

La economía brasileña ha comenzado a dar firmes señales de estancamiento y hasta recesión industrial.

El modelo que hasta ahora ha venido implementando Dilma Rousseff, a diferencia del esquema productivo de nuestro país, se caracteriza por el cumplimiento de "metas de inflación", un abordaje de corte monetarista ortodoxo. Así, para mantener como variable inamovible ese índice las variables macro que fluctúan son la tasa de interés y, en consecuencia, el valor de la moneda.

Ocurre que, a través de las tasas de interés, controlaban la "temperatura de le economía" con el objetivo de contener la inflación. En un contexto internacional recesivo y de tasas de interés tendiendo a cero, el cóctel ha sido francamente recesivo. Las altas tasas de interés, además, han creado un escenario propicio para la especulación financiera bajo un mecanismo conocido como carry trade que consiste en tomar préstamos en plazas con tasas bajas para represtar a tasas de interés cercanas al diez por ciento obteniendo un diferencial sin necesidad de atravesar el proceso productivo. Así el crecimiento del Brasil se ha venido sosteniendo a través de un flujo inestable de capitales especulativos que, además, actuaron en el sentido de valorizar el real frente a otras monedas dañando la competitividad de su industria. Varios economistas ya han alertado sobre un proceso de desindustrialización y re primarización de la economía. La alta exposición de la economía brasilera a la volatilidad del mercado mundial se manifiestó en una marcada desaceleración.

Según el economista brasilero José Gabriel Palma el peso de la industria manufacturera sobre el PBI es la mitad de lo que era en 1980. En 2011, de hecho, el PBI creció solamente un 2,7% cuando en 2010 lo había hecho en un 7,53 por ciento. Hace pocos días, el Banco Central dio a conocer una nueva previsión a la baja para el año 2012 de apenas un 2,5% cuando, semanas atrás, se ubicaba en un 2,7%. Lo más grave, probablemente, sea la evolución de la balanza comercial que en el primer semestre del 2012 obtuvo un superávit de U$S 7079 millones, un retroceso de 11% comparado con el mismo período de 2011. Una proyección anualizada sobre la base del promedio en la década de la proporción entre semestres plasmaría un superávit de "apenas" U$S 16.855 millones, un 40% menos que el año anterior.

De hecho, el intercambio comercial entre Brasil y la Argentina, por primera vez en muchos años, ha sido favorable a nuestro país, pero por un derrumbe de las exportaciones brasileñas. El modelo de un real fuerte parece haber llegado a su fin y, en función de esa realidad, es que el sector industrial ha reclamado una brusca devaluación que ha sido remplazada por medidas alternativas. El secretario ejecutivo del Ministerio de Desarrollo Industria y Comercio exterior, Alessandro Texeira, reconoció a la Agencia Brasil que "el gobierno encendió una luz amarilla" que lo conducirá a nuevas intervenciones estatales y aseguró que "hoy el objetivo es preparar la industria para el año que viene". Para eso, crearon 19 consejos de competitividad sectorial que apuntan a "discutir toda la cadena productiva, desde el incremento de la tasa de inversión, la cuestión tributaria, la competitividad y un programa de fortalecimiento y facilitación de acceso de los exportadores a nuevos mercados". Además, el funcionario busca implementar una campaña denominada "endomárketing", una versión brasilera del "compre argentino". A su vez, descartó la aplicación de nuevas excenciones impositivas al empresariado ya que, aseguró, "esas medidas ya fueron tomadas", y que "ahora hacen falta acciones macroeconómicas para recuperar competitividad". La desaceleración de la economía, claro, ya se ha cobrado un impacto en la recaudación fiscal que el gobierno no está dispuesto a profundizar puesto que de él dependen también una serie de planes sociales que han servido como estímulo a la demanda.

Rousseff ya optó por pasar de una política de altas tasas y moneda fuerte hacia una reducción de tasas y devaluación controlada, acompañada de un programa de estímulo fiscal y una política industrial. Ya en marzo había señalado que "para enfrentar la "desvalorización artificial de la moneda" el gobierno tendría una "intervención pro activa". Para la Argentina, el desenlace de la situación tiene una enorme importancia en la medida en que una devaluación muy fuerte del real provocaría una pérdida de competitivdad mientras que, una desaceleración podría impactar en su demanda.

El optimismo de la OCDE

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico aseguró en un reciente informe que "Brasil será la única economía grande que volverá a presentar un crecimiento en los próximos meses". Según el informe, la India y China "pasarán por un proceso más acentuado de desaceleración". Entre lo países desarrollados, señala que la Unión Europea presentará una "mayor señal de fragilidad" en lo que se refiere a recuperar la senda del crecimiento. Japón, Rusia y los EE UU si bien presentarán una cuadro recesivo, estarán por encima de la media de los desarrollados.

Reacción sindical, síntoma de crisis

La desaceleración brasileña ya comienza a dar indicios de crisis social. La Central Única de Trabajadores (CUT) ha hecho pública su disposición a convocar a una huelga general frente a la “negativa de la presidenta Dilma Rousseff de otorgar aumentos salariales”. La huelga sería la continuidad de los paros simultáneos en los Ministerios de Educación, Justicia y Trabajo y Agricultura que buscan lograr un aumento antes de la aprobación del Presupuesto 2013. Consideran que, de no lograrlo en ese plazo, sus aspiraciones se verían sensiblemente coartadas.

La semana pasada, el ministro de Hacienda Guido Mantega había anunciado que, debido a la crisis mundial, no sería capaz de afrontar esos reclamos. La propia presidenta señaló con firmeza que se descontarían los días de paro provocando la radicalización de la protesta. Pedro Armengol, titular de la CUT aclaró que “la huelga no es la mejor alternativa” y que “si bien tenemos mucha paciencia, no nos están dejando otra alternativa”. Además, recordó que, “el gobierno de Lula destinaba un 4,8% del PBI en salarios estatales mientras que, hoy, no llegan al 4 por ciento”.

Fuente: Tiempo Argentino