Buscan capacitar personal para la creciente industria del software

Joven, robusta y floreciente, la industria del software proyecta optimismo para los próximos años. Se trata de un sector que despegó en forma explosiva tras la devaluación y que hoy afronta algunos problemas de crecimiento: la falta de talentos. En su etapa adolescente, las empresas se quejan por la escasez de recursos humanos calificados, y aseguran que esa cuestión representa el principal escollo para que la Argentina pueda jugar en las grandes ligas internacionales.

Según datos de la CESSI, la cámara del sector, la industria facturó en 2009 US$ 2.300 millones, de los cuales US$ 605 millones fueron producto de exportaciones. Y emplea a unas 60.000 personas. Sin embargo, no todo es color de rosa: cada año que pasa se acentúa el déficit de personal técnico calificado. Reunidos en exclusiva por iEco, los número uno de Microsoft, IBM, Motorola, SAP, Hewlett-Packard y Globant analizaron el presente y el futuro de la producción de software en el país.

–¿Cómo está la industria?

Martín Migoya (Globant): En los últimos años, hubo un cambio brutal. El pool de talento se duplicó en los últimos tres. Y la elección de la Argentina como destino de producción de software a nivel mundial se acrecentó, sin dudas. Es obvio que estamos lejos de los grandes centros de desarrollo, pero el país podría ser una potencia en el contexto de la región.

Pablo Orsei (Motorola): El año pasado, las exportaciones de software crecieron un 63%. América Latina, en promedio, creció el 25%; Estados Unidos y Europa, el 24%. Es decir que el crecimiento mayor se dio en la Argentina.

–Algunos creen que es un error enfocarse en la exportación de servicios por la alta demanda de mano de obra y dicen que hay poco desarrollo de productos, con mayor generación de valor agregado.

Guillermo Cascio (IBM): La producción de software no es sólo la creación de código nuevo: también hay mantenimiento, desarrollo parcial y muchos servicios asociados. Y esto es una oportunidad tanto en el mercado interno como en los mercados internacionales. Somos competitivos para exportar servicios, y en el exterior dicen que somos buenos en esto.

Jorge Cavedo (HP): Y además, hay que mantener operativos los sistemas de grandes empresas a nivel mundial. Esto es un negocio mucho más grande que el desarrollo de productos nuevos.

Diego Lozano (SAP): Este debate no es nuevo. Antes era muy interesante, pero la industria creció y ya somos un jugador mediano, y estamos establecidos. Mientras tengamos costos competitivos y mano de obra que pueda dar una diferenciación, vamos a jugar. Está claro que no podemos hacer como la India, ese no es nuestro negocio.

Sandra Yachelini (Microsoft): Nosotros lanzamos un programa para emprendedores y en un año y medio se presentaron 230 empresas. Eso indica que hay mucho movimiento en el desarrollo de software.

–¿Cuáles son principales competidores a nivel global?

Migoya: India, Israel, Canadá e Irlanda. Rusia está entrando en el juego, lo mismo que China. Si queremos formar nuevas Arcor, Techint, Pérez Companc, empresas con 30 ó 40.000 empleados, a la Argentina hay que analizarla en el contexto de la región, en donde hay un millón de trabajadores en tecnología. Por ahí pasa la oportunidad. Yachelini: No tenemos volumen ni cantidad de ingenieros para competir con los grandes: India, China, Filipinas y Europa del Este. Ahora, como posicionamiento de nicho o abasteciendo a alguno de los mercados internacionales, lo estamos haciendo muy bien. Y eso es posible confirmarlo con los datos de exportación.

Lozano: Nunca vamos a tener el volumen de India, es un negocio distinto. Eso no significa que, a nuestra escala, no se pueda generar mucho volumen y que esto no sea un negocio muy interesante.

Cavedo: En la Argentina se reciben 1.700 ingenieros por año. Hay diferencias muy grandes con la India. Si vamos a jugar en las grandes ligas, hagámoslo en áreas donde podamos ser muy eficientes. ¿Por qué vienen grandes empresas a la Argentina? Porque el talento es muy bueno, pero nunca llegaremos a tener el volumen que tienen los grandes centros de producción. Orsei: Es una industria muy nueva y tiene muchísimo potencial. Argentina es un jugador, no un líder. Por lo tanto tenemos que encontrar las áreas donde poder ser fuertes. ¿Nuestro nicho? Mucho valor de agregado combinado con la exportación de servicios.

–¿Cuáles son los fuertes? ¿En dónde somos competitivos?

Cascio: Nos hacen competitivos varias cosas: la buena formación de nuestras universidades, si bien no tenemos las cantidades, como la India, tenemos gente muy buena. El manejo del idioma inglés es bueno, y nos favorece el huso horario con respecto a Estados Unidos (en donde la India tiene problemas) y con Europa. Debemos buscar áreas y misiones lo más difíciles posible. La razón es que si apuntamos solamente al bajo precio, probablemente haya mercados que son más baratos que el nuestro. Por eso tenemos que apuntar a ser competitivos, y no ultrabaratos, eso nos da mucha solidez a futuro.

Yachelini: El negocio de la industria del software es muy sensible el precio y el costo del recurso humano versus el tipo de cambio es una ecuación que cierra. En este negocio, las barreras de entrada y de salida son muy bajas, por lo que hay que poner el foco en esas variables para hacer sustentable el crecimiento.

–Si esta industria depende del tipo de cambio, ¿cuál es su solidez?

Cavedo: La industria arrancó gracias a la diferencia de costos con Estados Unidos y Europa. Como en cualquier otro negocio, si la mano de obra es cara, no le vendemos a nadie.

Orsei: No todo depende del tipo de cambio: es la combinación del huso horario, la capacitación y el tipo de cambio. Y la calidad del software que exportamos es muy alta, eso nos convierte en un país confiable.

–¿Cómo se soluciona la escasez de personal calificado y la alta deserción en las carreras técnicas?

Lozano: A los chicos hay que explicarles que para triunfar en la industria hay dos caminos: o terminan la universidad, o es alguien tan brillante que nadie le va a preguntar nada.

Cascio: No creo que haya que exigirles nada a las universidades: nosotros tenemos que ir a las universidades y explicarles qué recursos humanos necesitamos, y ayudarlos.

–¿La exportación de servicios no agrava el problema? ¿El modelo basado en el desarrollo de productos no es viable?

Yachelini: A mí me encantaría que en la Argentina estuviese saturado el negocio de servicios, porque sería un salto muy significativo en el nivel de los empleos.

Migoya: Pueden coexistir los dos. Es una cuestión cronológica: primero, hay que crear el volumen de talento con el outsourcing, para que después, una pequeña capa pueda generar valor agregado. El retorno de la inversión es mucho más grande con el desarrollo, pero la tasa de éxito es menor. Con la venta de servicios ocurre lo inverso: es menos riesgosa pero tiene una tasa de retorno mucho menor.

Cavedo: No veo la razón de plantear esa discusión. Hoy, la industria paga un salario promedio de US$ 1.000, y eso genera riqueza. Tiene que fortalecerse el esquema actual y ver cómo se genera más valor agregado.

Cascio: Es muy difícil desarrollar patentes e investigación, porque hay países que están en otro nivel. Podemos llegar a eso, pero hay que prepararse. Hay que ganarse ese lugar. Primero debemos demostrar que somos capaces para después empezar a desarrollar productos.

Lozano: Lo que se ve hoy con el software es la punta del iceberg. Y en la Argentina hay muchos emprendedores, y eso es una buena noticia para todos.

–Más allá de las dimensiones, ¿se puede crear algo parecido a un Silicon Valley?

Migoya: Hay tres factores: la cultura emprendedora del Silicon es muy fuerte, acá somos un poco más quedados en ese aspecto. El segundo es que las empresas apuestan al desarrollo de productos. Y el tercero es que tienen un esquema de financiación brutal. Yachelini: El Silicon Valley tiene un nivel de madurez y de permanencia de políticas: acá estamos trabajando en eso, lo que nos permite soñar en algo así.

Lozano: Nosotros generamos muy pocas patentes, en eso no estamos bien parados. Pero no hay que torturarse tanto con las comparaciones: lo que sí existe es la posibilidad de seguir construyendo nuestra historia, que en los últimos años fue bastante positiva.

Cascio: En la Argentina hay varios polos tecnológicos intentando recrear el concepto. Hay empresas, universidades, son embriones. Pero es difícil la comparación.

Cavedo: La industria crece y sigue creciendo, es una industria floreciente. Los recursos humanos es una limitación, los idiomas también, porque se necesita más italiano, portugués, inglés.

–¿La formación universitaria debe cambiar o las empresas deben reformular sus políticas de reclutamiento?

Cavedo: El negocio de las universidades es tener alumnos y que se gradúen. Las empresas comenzaron empleando graduados, hoy tomamos alumnos de segundo año. Sin embargo, el problema es que las carreras duras, como Ingeniería, están mal vistas por los chicos. Y por otro lado, habría que analizar si no necesitamos algunas carreras con salidas más cortas.

Cascio: El temor a las ciencias duras ocurre en todo el mundo. La verdad es que nosotros no estamos tan mal, pero tenemos que hacer distintas acciones, como apostar a la escuela media.

Orsei: Yo creo que ninguna empresa, ni las universidades, ni el Estado por su cuenta lo van a poder resolver. Hay que coordinar una salida entre todos. A partir de ahí se pueden construir cosas. (iECO)