SALUD | ANSIEDAD

Cambiar el estado de ansiedad

La expresión ¿Ansioso yo? alude a la ansiedad como un estado de intranquilidad, temor, o preocupación por el futuro, pero hay que cambiar el concepto de ansiedad para abarcar su cara positiva: la ansiedad que conduce hacia el éxito.

No hay que rechazar ese estado emocional respondiendo ¿ansioso yo? sino tratar de comprender qué factores provocan la ansiedad y manejarlos de la manera correcta.

De lo que se trata es de evitar el mecanismo de defensa psicológico de negación implícito y cambiar el concepto de ansiedad como una señal de toma conciencia de algo que perturba.

Porque al querer evitar los riesgos del cambio impedimos también que nuestro cerebro se entrene. En un mundo competitivo el estado de incertidumbre pasó a ser el estado normal.

Para evitar ser consumido por la ansiedad negativa el hombre inventó los hábitos, una fórmula par responder siempre de la misma manera y en piloto automático.

Con los buenos hábitos evitamos sucumbir al caos de la estimulación permanente de la propaganda, ya que si los estímulos lograran invadirnos no tendríamos tiempo para nada.

Pero esta negación conduce a un riesgo: encerramos tanto que tampoco podamos captar las oportunidades que se presentan o que no sepamos cómo crearlas.

Nada fracasa tanto como el éxito. En el sistema capitalista a toda persona que tiene éxito le surge un imitador que intenta copiarlo para quedarse con todo o parte de su mercado.

Si la persona está demasiado tranquila con su éxito, no percibe que es temporal y que debe sostenerlo, es posible que su éxito de hoy se convierta en el fracaso de mañana.

La destrucción creativa. Por eso se precisa crear un cierto grado de ansiedad que movilice las energías creativas hacia el cambio, la mejor forma de predecir el futuro es inventarlo.

Incertidumbres, desafíos y retos, son amenazas que se pueden convertir en oportunidades. El mejor remedio para que la ansiedad no se pase de la raya es controlarla con la acción y no con la preocupación. La ocupación y la preocupación son activas, pero actúan en sentido contrario. Ambas crecen en la mente produciendo ansiedad positiva o negativa.

La autodestrución creativa de lo que hacemos y el bench marking o compararnos con los mejores es la mejor forma de evitar la Ley de Murphy, adelantándonos a los imitadores.

El incremento sistemático de la capacidad mediante el entrenamiento de la mente y resolver o crear problemas que motorizan la inteligencia es la mejor estrategia para generar ansiedad positiva, para que provoque la energía que nos lleve a optimizar el desempeño.

“Ansioso yo” en su formulación positiva es un catalizador, en su versión negativa es un pensamiento que niega el cambio en lugar de aceptarlo y conduce a la arrogancia, al miedo, al error y a la rebaja de la autoestima -el capital invisible-.

El ansioso yo negativo lleva a la complacencia y a pensar que todo puede salir bien sin hacer nada. Para Einstein más de lo mismo produce el mismo resultado y en un proceso de cambio más de lo mismo puede significar quedarse sin nada, inclusive sin la capacidad para enfrentar un mundo cada vez más complicado.

Para cambiar el concepto de ansiedad la fe en uno mismo desata el ansia de crear. Que en lugar de adaptarse al mundo con una conducta razonable logra que el mundo se adapte a las ideas que desean alcanzar. “Si lo puedes soñar lo puedes hacer”, dijo Disney, el creador es el que maneja mejor la ansiedad porque combina creación, innovación e invención, y se convierte, de este modo, en el mejor imitador que tiene Dios en la tierra. (EMPRENDEDORES NEWS)