Invertir en viñedos y aceite de oliva es muy rentable

La apuesta es bien concreta y atrae a locales y extranjeros: invertir en proyectos productivos, gerenciados por expertos y participar de las ganancias no sólo de la actividad en sí misma sino también de la revalorización de las tierras donde están ubicadas las explotaciones. De algún modo, tomar parte en un negocio con altas expectativas de rentabilidad, sin necesidad de ser experto ni de fondos suficientes como para hacerlo por cuenta propia.

En general vinculados con el sector agropecuario y agroindustrial, las opciones van desde viñedos, hasta cría de ganado o producción de olivas y aceites. Bajo la figura de fideicomiso o con escrituración directa, para poner un pie en este tipo de desarrollos la inversión mínima parte de los u$s 25.000 y crece hasta los u$S 100.000, según cada proyecto. Se proyectan ganancias de 20 a 25% anual.

En Mendoza, por caso, proliferan los emprendimientos relacionados a la producción de vino de alta gama que llaman la atención casi en igual medida de inversores argentinos y extranjeros, que buscan sumarle a los resultados financieros, un plus que tiene que ver con el placer de tener el propio viñedo. En la región de Luján de Cuyo, se está desarrollando Santa María de los Andes y en el Valle de Uco, The Vines of Mendoza.

“El proyecto de Santa María se puede resumir en un negocio mixto de tierra productiva: real estate + vino Premium”, explica Liana Vinacur, directora de marketing de Fiducia Capital Group, el holding propietario de SMA, que además comercializa en el mismo lugar parcelas residenciales. Se puede entrar a este negocio con una unidad mínima de producción de una hectárea, con una inversión u$s 125.000 aproximadamente.

“Tradicionalmente para poder tener un viñedo propio había que pensar como mínimo en 25 hectáreas; ya que es a esa escala donde empiezan a tener sentido económico los costos de infraestructura, operativos y laborales”, dice la ejecutiva; y añade que “a través de este tipo de emprendimientos se puede alcanzar esta lógica económica y de producción a partir de 1 hectárea, ya que diluye los costos de mantenimiento y vinificación en más de 550 hectáreas totales de viñedo, pero no es una cooperativa”. La vinificación de la primera cosecha ya está en proceso.

Mientras tanto, el proyecto The Vines of Mendoza nació en 2005, y en marzo del año próximo estará terminada la primera etapa de construcción de la bodega, lo que significa que ya se podrán vinificar 300.000 litros. “La inversión mínima son dos hectáreas, a unos u$s 115.000 por hectárea, las cuales se entregan plantadas con la cepa de elección y todo el riego por goteo de tecnología israelí instalado”, define Carina Bendeck, del departamento de consultoría y estructuración financiera de Bullrich, que es la inmobiliaria a cargo de la comercialización.

“Es una inversión con un horizonte de mediano y largo plazo, ya que se apuesta a la apreciación del valor del terreno en la zona”, asegura y agrega que “los precios de tierra premium para la producción de uva en Valle de Uco han crecido exponencialmente en los últimos años”.

Bendeck destaca que por la forma en que está estructurado elimina las responsabilidades y costos asociados con temas laborales, y la inversión en activos de capital para la explotación y vinificación. “Por estar orientado 100% al negocio vitivinícola los recursos financieros del proyecto se aplican a generar ganancias con la vinificación y no a mantener ammenities como canchas de golf y otros; que se encuentran en countries con temáticas de vino.

The Vines acaba de ser premiado, en el último Salón Inmobiliario, por la Federación Internacional de inmobiliarias (Fiabci), como mejor proyecto agrícola productivo de Argentina. Santa María de los Andes se llevó el galardón como “el mejor desarrollo inmobiliario de Argentina” en el International Property Awards 2008. Ambos emprendimientos tiene enólogos reconocidos al frente: el italiano Alberto Antonini, para Santa María y el argentino Santiago Achával, The Vines.

En la provincia de San Juan, en tanto, prospera otro proyecto vinculado la producción agrícola en el que los inversores no necesitan ser expertos para participar del negocio. Cuna de Olivares es un emprendimiento olivícola agroindustrial que integra todas las etapas del proceso productivo, desde el vivero hasta la exportación del aceite de oliva extra virgen fraccionado y con marca propia.

“Este proyecto nació en 2005, cuando se conformó el primer grupo de inversores que sumaron un total de u$s1 millón. Con este monto se adquirieron 100 hectáreas en San Juan, donde se realizó la primera plantación intensiva de olivos para producción de aceitunas”, Luis Feld, fundador del emprendimiento y presidente de Alma Cuyana, compañía gerenciadora de Cuna de Olivares.

Un dato importante para el inversor: se puede formar parte del fideicomiso con un monto mínimo de u$s 21.000, equivalentes a una cuota parte. En septiembre de este año, Cuna de Olivares realizó la primera exportación de su producción de aceite de oliva extra virgen –fraccionado y con marca propia: Vero Andino– a la República Popular de China, que fue el resultado del primer fideicomiso. Actualmente van por el tercer fideicomiso, cuya producción estará en Mendoza.

En todos los casos, la rentabilidad que se le podrá sacar al dinero invertido tiene dos componentes, por un lado del negocio en sí mismo –es decir la producción y venta– y por el otro la revalorización que pueda tener en el tiempo la tierra adquirida. “La producción olivícola es una inversión a mediano y largo plazo, con una alta tasa de capitalización y rentabilidad, estimada en un 3% en el tercer año, 7% en el cuarto año y luego, a partir del quinto año, entre el 18% y 20%”, remarca Feld, de Cuna de Olivares. “Es una excelente respuesta para quienes buscan invertir y generar valor para su futuro invirtiendo en una explotación que aporta valor agregado a una materia prima con alta demanda internacional”, agrega.

En el caso de Santa María, por ejemplo, se estima que cada hectárea producirá unas 6.000 botellas de vino Premium al año. “Se calcula una rentabilidad de entre 15% y 20% anual, teniendo en cuenta dos variables importantes: Por un lado que la vitivinícola es una de las pocas industrias que han demostrado crecimiento tanto en volumen de producción como en precio y por el otro, que Mendoza está declara como una de las ocho “Great Wine Capitals of the World”, pero el valor de las tierras aún es mucho más bajo que en cualquiera de sus compañeras de tándem. “Adquirir tierra hoy en Santa María de los Andes, es como comprar tierra en Napa valley 30 años atrás”, dice en referencia a una de las grandes ciudades exportadoras de vino.(EL CRONISTA:COM)