POLÍTICA ECONÓMICA

La Presidente viajará a Angola en una misión comercial

Una rueda dentada y un machete. Los símbolos que decoran la bandera de Angola resumen los múltiples contrastes que habitan el país. La rueda, fetiche del soñado progreso industrial. El machete, histórica herramienta de trabajo en las zafras que, aun antes de los diamantes y el petróleo, alimentaron este territorio a la vez escarpado y tropical. Es que así es Angola: desierto y humedal. Puro contraste.

La presidenta Cristina Fernández llegará mañana a esta tierra plagada de recursos y necesidades. La recibirá una delegación de empresarios argentinos que desde el martes prepara una exposición de sus productos en una megaferia donde la Argentina desplegará su potencial exportador: desde agroinsumos a metal mecánica, pasando por vitivinicultura y textiles, casi todo lo que se produce en el país estará expuesto en la FIL, el predio ferial ubicado en las afueras de la capital, Luanda, y que las secretarías de Comercio Interior y Exterior y la Cancillería pretenden transformar en una extensa vidriera patria.

Esos pasillos pletóricos de argentinidad son idea y obra de Guillermo Moreno, el secretario que hace dos meses ofició de sherpa en esta porción de suelo africano. En aquella oportunidad, como ahora, lo acompañaron unos 300 empresarios, en una de las misiones comerciales más ambiciosas que se recuerden. Pero también entonces, como ahora, un minoritario pero mediáticamente influyente grupo de empresarios, consultores y periodistas anti-K se preguntaron, a modo de sospecha, por qué la Argentina debía gastar tiempo y esfuerzo en un país que casi ningún argentino sabría ubicar en el mapa. Tratándose de una misión político-comercial, los números aportan una primera respuesta. Con un PBI per cápita estimado en 5709 dólares, Angola lleva acumulados diez años de crecimiento a un promedio del 15 por ciento anual, con superávit de cuenta corriente, super precio en los commodities mineros y petroleros que explican el 94% de sus exportaciones, moneda estable e inflación bajo control. Pero, salvo para los tecnócratas que sólo ven números dónde habitan personas, Angola es un vergel social donde hay mucho por hacer: cuatro de cada diez habitantes viven en la pobreza, casi un tercio de la población es analfabeta y la expectativa de vida es de 40 años. A diferencia de lo que proclaman los voceros del establishment, esta combinación de necesidades y recursos económicos constituye un atractivo que ya sedujo a chinos, alemanes, estadounidenses, sudafricanos, indios y brasileños, por citar a algunos de los pioneros que posaron sus ojos –y en ocasiones, sus garras– en suelo angoleño. Una curiosidad: varios de los países que operan en Angola financian y difunden, a través de ONG cautivas, que Angola “es uno de los países más corruptos del mundo”. El hecho, que indigna a los lobbistas argentinos y a sus bufones, no parece afectar la conciencia de las potencias que compiten por agrandar su porción de este mercado. Se sabe: varias ONG y organismos multilaterales fueron y son utilizados para mantener a raya las economías más débiles, prolongando así la supremacía comercial y política del denominado Primer Mundo.

Fuente: Tiempo Argentino