ECONOMÍA

Según Cefid-Ar, las medidas implementadas por el Estado permitieron reducir un 15 por ciento la inequidad social

De acuerdo con un trabajo realizado por el Cefid-Ar, las medidas implementadas en los últimos años mejoraron la distribución del ingreso. La clave está en el fuerte aumento del gasto social en educación, salud y asignaciones familiares

En tan sólo diez años, la equidad en la distribución del ingreso en la Argentina mostró un progreso “significativo” que osciló entre el 12 y el 15% por el cambio del modelo económico y un papel activo del Estado que hizo más progresiva la política fiscal, particularmente por el carácter beneficioso del gasto social.

En otras palabras, el denominado indice de Gini, que puntúa del 0 al 1 la equidad (tomando el como la más equitativa y el 1 como la desigualdad total) ha mejorado en la última década, favoreciendo a los grupos que se encuentran en los primeros deciles, es decir aquellos de menores ingresos. Estas conclusiones se desprenden de un trabajo minucioso que realizaron para el Cefid-AR, los investigadores Jorge Gaggero y Dario Rossignolo.

El informe, de 118 páginas, denominado Impacto del presupuesto sobre la equidad, analiza fundamentalmente cómo inciden en las familias las políticas del gasto social y el sistema impositivo imperante en la Argentina.

Para lograr este objetivo la investigación se divide en dos grandes bloques. Primero, desglosa el ingreso de las familias y su distribución antes de que actúen los impuestos y el gasto social, mientras que en la segunda parte evalúa los resultados después de que el Estado cobró los gravámenes y distribuyó el dinero establecido en el Presupuesto gubernamental.

“Puede advertirse que la desigualdad entre los extremos se incrementa en la década de 1990 y se reduce en los año 2000. El efecto de neto de la política presupuestaria resulta moderador de la distancia entre los extremos y este efecto positivo ha sido mayor proporcionalmente durante la última década”, señala el informe.

El trabajo pone en evidencia la silenciosa reforma impositiva que vivió la Argentina en los últimos años a partir de una incidencia mayor de los impuestos directos, que gravan más a aquellos que más tienen sobre los impuestos indirectos, que tienen un peso mayor en las franjas de la población de menores recursos. Entre 2003 y 2010 la presión tributaria pasó del 29% del PBI al 45,4%.

En este sentido, han jugado un rol importante el establecimiento de los derechos de exportación, ya que la recaudación por retenciones alcanzó en 2010 los $ 45.547 millones, “los que recaen en un 1,5% en el primer decil y un 51% en los ingresos más altos”. “Para los denominados derechos de exportación, se supone que las mismas son soportadas en su totalidad por los productores agropecuarios” y generan “efectos redistributivos entre productores y consumidores, a favor de estos últimos”, precisan Gaggero y Rossignolo.

Luego de detallar individualmente el impacto que tiene en la distribución del ingreso cada uno de los impuestos que pagan los argentinos, los investigadores subrayan que los dos deciles que comprenden a la población de menores ingresos soportan una presión tributaria promedio del 49,6%, superior a la media del 45,4; y el decil más alto tiene una presión del 47% de sus ingresos. En cambio, los siete deciles que corresponden a los sectores de ingresos medios bajos, medios y medios altos son los más favorecidos por el sistema impositivo, pues pagan en promedio el 43,8% de lo que ganan. En este sentido, el trabajo destaca que en términos generales el sistema impositivo vernáculo tiene un sesgo “levemente” progresivo, pero también subraya que “agrava las diferencias entre los extremos de la distribución” que existen entre el primer decil y el último decil, el de mayores ingresos. En realidad, la progresividad de la política fiscal se nota con más claridad en la distribución de los ingresos que se hace a través del gasto público social.

El Gasto Público Social de Argentina puede clasificarse en dos grandes agregados: los sectores sociales y los seguros sociales. Las prestaciones de los sectores sociales son responsabilidad directa de alguno de los tres niveles de gobierno (Nación, provincia y municipios) e incluyen los servicios de educación, ciencia y técnica, salud pública, agua potable y alcantarillado, vivienda y asistencia social pública, programas de empleo y otros servicios urbanos, señala el trabajo. En este sentido, el gasto público social explica el 75% de la mejora en el ingreso del decil más bajo. En este sentido, el trabajo recuerda que el gasto en educación básica aumentó del 2,9 al 4,4% del PBI, mientras que el gasto en salud paso del 4,6 al 6,3% del PBI y el gasto en Asignaciones Familiares se duplicó saltando del 0,6 al 1,25 del PBI:

En uno de sus apartados, el trabajo hace una referencia explícita a la política de subsidios que el gobierno puso en debate las últimas semanas.

En este sentido, el informe del Cefid-Ar indica que “suponiendo que el monto del subsidio unitario del que se benefician los hogares es proporcional al gasto que realizan en estos bienes, los subsidios pueden generar una situación son los que se quedan con la mayor parte del gasto en subsidios”. A modo de conclusión, el trabajo de investigación encabezado por Jorge Gaggero realiza una comparación entre los resultados de la política fiscal que caracterizó los años de la Convertibilidad con la que se puso en marcha a principios de la década pasada. En este sentido, recalca que “puede advertirse que la desigualdad entre los extremos se incrementa en la década de 1990 y se reduce en los años 2000”, y que “el efecto neto de la política presupuestaria resulta moderador de la distancia entre los extremos y ese efecto positivo ha sido mayor, proporcionalmente, durante la última década”. Los resultados del trabajo realizado con valores constantes del año 1998 muestran que la desigualdad entre el decil más bajo y el más alto era en 1997-98 de 43 veces y se redujo en los últimos años a 13 veces por el efecto de las políticas públicas distributivas que se implementaron en la última década.

Fuente: Tiempo Argentino