JULIO GAMBINA | DIRECTOR ADJUNTO DEL CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN

"El crecimiento económico no se socializa, y no hay indicios que esta situación vaya a modificarse”

Claro, conciso y efusivo. Sólo tres palabras para definir el pensamiento de un profesional que manifiesta su compromiso social en cada respiro, cada postura, cada palabra. Julio Gambina es eso, todo él, todo su ser, un compromiso. Con tan sólo escucharlo, por la profundidad y claridad de su pensamiento, uno siente el deseo repentino de comenzar a luchar en pos del bien común.

En una entrevista exclusiva con Aplicación Tributaria S. A., el director adjunto del Centro Cultural de la Cooperación, Julio Gambina, nos ofrece una mirada alternativa a la situación argentina actual. Cuando todos parecen satisfechos por el tiempo de bonanzas que conlleva el crecimiento económico, Gambina pone freno y evalúa la situación desde otro punto de vista, el social.

¿Cuál es la situación política y económica del país?

Desde 2003, Argentina viene creciendo a un ritmo constante, a tasas promedio del nueve por ciento (9%) anual, incluso a nivel internacional están sorprendidos por esta situación. Sin embargo, en 1976 se instauró un sistema de organización económica de la sociedad basado en la acumulación, que se consolidó en los noventa y que ahora, pese a haber crecimiento económico, se mantiene.

¿Qué implica ese sistema de distribución?

Hay tres ítems básicos:

Relación entre las empresas y los trabajadores: A pesar de las mejoras, el nivel de desempleo actual es similar al que había anterior a la década del ’90. Y, en cuanto a la pobreza, se mantiene el treinta por ciento (30%) que es una cifra superior a la de aquel momento. A los trabajadores no les alcanza con conseguir trabajo para resolver su situación de ingreso, consumo y bienestar.

Intervención del Estado en la economía: En los años 90 se consolidó el modelo privatizador de las empresas públicas, y ahora se está avanzando en las reformas de segunda generación, es decir, están quedando en manos de terceros funciones que antaño le correspondían al Estado. La seguridad –por ejemplo– es privada cada vez en mayor medida. Barrios cerrados, instituciones educativas, empresas, todos contratan vigilancia privada.

Inserción internacional de la Argentina: Nuestro país no ha modificado sustancialmente su inserción favorable a la promoción del libre cambio. A pesar de que se mostró contrario al A.L.C.A., mantiene en vigencia una cantidad de tratados bilaterales de inversión que suscribió en la década del ’90 y, por lo tanto, se sigue promoviendo una libre circulación de capitales y mercancías. Saldada la deuda externa, la principal forma de salida de dinero es actualmente la remesa de utilidades al exterior. En 2006, se fugaron por ese concepto u$s 5.400 millones.

¿Cuánto dinero salía en la década del ‘90, por ejemplo?

Cercano a la crisis de 2001, entre el pago de intereses y remesas de utilidades se enviaban al exterior unos u$s 12.000 millones. Hoy, los intereses bajaron a alrededor de u$s 3.500 millones, si a esto le sumamos las remesas de utilidades estamos en los aproximadamente u$s 9.000 millones, con lo cual la cifra es más o menos parecida, pero cambian los rubros: antes era por pago de intereses, ahora por remesas.

Con respecto a la seguridad privada, ¿no estaría cumpliendo una función complementaria?

La generalización del servicio de seguridad privada marca un cambio muy importante de la función del Estado. ¿Por qué digo estas cosas? Bueno, porque a pesar del crecimiento económico, hay algunas cuestiones que no han cambiado.

¿Qué opina de la reestatización de algunas empresas (servicio de agua, por ejemplo)?

Las empresas que se han estatizado son aquellas que los directivos no estaban dispuestos a continuar administrándolas. Aguas Argentinas fue el mejor ejemplo porque el concesionario francés se quería retirar, no es que el gobierno nacional lo echó porque se apropió de la empresa. Y la empresa nueva –Enarsa– sigue favoreciendo negocios con el sector privado del petróleo y no genera una actividad propia con acumulación de recursos.

¿Qué implican estos tres ítems que mencionó en relación a la situación actual?

La economía crece pero esa mejora no se socializa como distribución al conjunto de la comunidad. El patrón de riquezas sigue estando asociado al patrón de acumulación del sistema productivo. Hay temas estructurales (los tres ítems) sobre los que no hay indicios que se vayan a modificar.

¿Cuál es su opinión del acercamiento de nuestro país con el gobierno venezolano?

Esos acuerdos nos generan algunas dudas, porque en los emprendimientos se asocian grandes empresas que obtienen importantes ganancias en la Argentina. Tal es el caso de las trasnacionales Repsol y Techint.

Solucionando estos tres puntos que describe, ¿se resuelven gran parte de los problemas argentinos?

Tenemos que atacar estos problemas y aportar soluciones que involucren a la mayoría de la sociedad, en especial de los sectores que más sufren las consecuencias de este modelo. Los problemas económicos se modifican de acuerdo al ministro de Economía de turno. Para Miceli, el objetivo es que no haya inflación, pero yo pondría todo el acento en resolver un patrón de producción alternativo.

Continuamente, se atacan los problemas más urgentes. En ese punto, ¿somos cortoplacistas?

No es que seamos cortoplacista. Nuestro país tiene que definir hoy cuáles son los principales problemas económicos y resolver esos problemas. No es el default ni la inflación, sino la calidad de vida de su población.

¿Cuál sería el modelo económico más adecuado?

En Argentina hubo distintas propuestas alternativas. Por orden de preferencia ubicaría: el proyecto propuesto por la Central de Trabajadores Argentinos (C.T.A.), el Plan Fénix elaborado por profesionales académicos y, por último, la propuesta impulsada por la agrupación Economistas de Izquierda.

¿Qué pasa entonces que no se aplican?

El tema es que para que esas propuestas se pongan en marcha debería haber una masa crítica que pelee para que se haga realidad. Es la movilización popular la que puede definir un cambio. Además, antes, necesitaríamos tener alternativas políticas.

TRAYECTORIA Y COMPROMISO

Gambina es director adjunto del Centro Cultural de la Cooperación y titular del Centro de Estudios de la Federación Judicial Argentina y Co–Director del Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores Argentinos (C.T.A.). Además, preside la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP/CLACSO.

En relación al desempeño académico, Gambina es profesor titular (por concurso público de antecedentes y oposición) de Economía Política en Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario desde 1986, y docente invitado de la Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Mar del Plata.

Además, es investigador del Grupo de Investigación de CLACSO sobre Economía Internacional iniciado en 1999. También, fue miembro del Grupo de Trabajo sobre Alternativas al Neoliberalismo en América Latina y el Caribe, auspiciado por FIM–España, entre 1997 y 1999.