Argentina se destaca en Latinoamérica por su inconsistencia fiscal
Ante el objetivo de incrementar el superávit fiscal, el gobierno puede accionar sobre el gasto público o sobre la recaudación. Persiguiendo este objetivo, el gobierno se inclinó por tratar de incrementar la recaudación vía una mayor presión a los sectores exportadores de materias primas agrícolas. No obstante, esta nueva modificación al régimen de retenciones desató una protesta masiva en el campo. Esta protesta produjo, no sólo una gran caída en la imagen de la presidenta, sino también la conclusión de que aumentar la recaudación vía nuevos incrementos en los impuestos parece ahora bastante difícil.
Desde la salida de la convertibilidad la recaudación tributaria ha crecido fuertemente, siendo los ingresos de 2007 un 33% superiores a la de 2006, y está proyectado que durante 2008 se recaude un 35% más que 2007. Este récord en la recaudación tributaria estuvo acompañado de una importante alza en la presión tributaria, la cual superó el 24% del PIB durante 2007 y se estima que superará el 28% durante 2008.
La participación cada vez más grande del Estado en la economía argentina no genera dudas en cuanto a su nivel absoluto, ya que la presión fiscal está muy por debajo de la que poseen los países europeos, cuyo promedio es casi el 45% del PIB. En cambio, las dudas surgen cuando su nivel es comparado con los distintos países de la región. Argentina es el segundo país de América latina con mayor presión fiscal, después de Brasil (30%) y con niveles muy por encima de países como Chile (17%), México (15%) y Uruguay (18%).
El problema de la presión fiscal en Argentina es en cuanto a la calidad y eficiencia del gasto que se financia con esta enorme masa de recursos, como también en cuanto a las prioridades que se tienen en cuenta a la hora de realizar estas erogaciones. Un punto en discordia son los subsidios otorgados al sector privado, los cuales tienen un dudoso efecto redistributivo, ya que no siempre terminan beneficiando a los sectores de menores ingresos. Es también llamativa la escala de prioridades trazada por el gobierno, siendo cuestionada la necesidad de construir un tren de pasajeros de alta velocidad en un país donde es imperiosa la necesidad de inversiones de gran magnitud en transportes de carga.
Se pude concluir que el nivel de presión fiscal no es excesivo en sí mismo, pero si es excesivo si se tiene en cuenta los servicios que brinda el Estado con dichos recursos y si lo comparamos con países con nivel de desarrollo similar. Como pudimos analizar, el gasto público carece de un nivel de equidad y de eficiencia que pueda perseguir una lógica coherente.
Se debería avanzar en la implementación de plan fiscal que abarque globalmente todos los sectores; evitando que la competitividad que se brinda por un medio sea quitada por otro. (DÍA DE NEGOCIOS)