NEGOCIOS
Cines vendieron 500 mil entradas más que en 2013
Por segundo año consecutivo, la venta de entradas de cine en la Argentina llegó a un récord histórico en 2013. Si en 2012 había apenas sobrepasado los 46 millones de tickets –lo que alcanzó para que fuera el mejor año de los últimos 15– 2013 lo superó llegando casi a 47 millones (según las cifras de la consultora Ultracine, que monitorea de modo permanente el negocio cinematográfico en nuestro país, fueron 46.942.800). La facturación total de los complejos y salas de la Argentina fue de más de 1.684 millones de pesos, unos 300 más que en 2012. Estos datos, teniendo en cuenta que la diferencia entre el año anterior y el pasado en cuanto a venta de tickets fue de cerca de medio millón de entradas, arroja un cambio notable en el precio promedio de cada admisión, de poco más de $28 en 2012 a por encima de $35 en 2013, lo que arroja un crecimiento porcentual del 25%, más o menos la inflación que se calculó para el período. Lo más visto fue Monsters University con más de 3 millones de entradas vendidas.
Sin embargo, estos índices esconden algunos motivos de reflexión. En primer lugar, si bien hubo varios films argentinos que superaron el millón de espectadores (e incluso los dos millones, como en el caso de Metegol), los films realmente vistos fueron muy pocos (el citado Metegol, Corazón de león, Tesis sobre un homicidio, Séptimo y, mucho más lejos, Vino para robar). La participación de la cinematografía nacional en la torta sigue siendo escasa o, al menos, repartida de modo muy desparejo.
Segundo: las recaudaciones se apoyan básicamente en los grandes “tanques”, que tienen lanzamientos cada vez mayores (El Hobbit: la desolación de Smaug, tuvo el pico histórico de más de 300 salas), lo que deja poco espacio para cualquier otro tipo de películas y, al no crear público diverso, hace que las temporadas donde los tanques no abundan sean realmente malas. Ocurrió entre mediados de enero y principios de marzo, y luego en octubre y noviembre, meses donde la asistencia en salas descendió por debajo de la media e hicieron temer por un récord que, proyectado después de las vacaciones de invierno, parecía robusto e imbatible.
Es decir, parece inevitable que la cartelera se mueva al ritmo de Hollywood, lo que paradójicamente genera más dinero para hacer películas (el 10% de cada ticket va para el Fondo de Fomento Cinematográfico) y menos espacio para mostrarlas. Hay allí una asignatura pendiente.
Mientras, la primera semana de 2014 muestra números robustos, con más de 750.000 espectadores y muy buen público para todos los estrenos –especialmente ricos en cantidad y calidad. Ganó con holgura la película animada de Disney Frozen, quedó en el segundo puesto la nueva película de la serie Actividad paranormal (el cine de terror y la animación son, por lejos, los que tienen un público más fiel y mejor funcionan, incluso más que las películas de superhéroes) y luego la comedia de Martin Scorsese El lobo de Wall Street (que tuvo un gran promedio por sala, si se considera la mucho menor cantidad de copias) y el último film de Ben Stiller, La vida secreta de Walter Mitty. Incluso hubo muy buena asistencia para La vie d’Adele, la película ganadora de la última Palma de Oro en Cannes, a pesar de haber levantado algunas polémicas (seamos políticamente incorrectos y definámoslas al menos como “bobas”) por sus escenas de sexo. El éxito de ese film indica que hay otro público que necesita ser apuntalado y que requiere también de algún tipo de políticas para que la exhibición y la distribución no sean dominio de un solo tipo de cine.
Fuente: BAE