Detectan "cueva" financiera en un banco de origen francés
Un papelito con números de cuenta anotados a mano, encontrado sobre el escritorio de Rubén Romano, un polémico ex contratista del PAMI, fue el comienzo de una investigación judicial que descubrió una millonaria “cueva” VIP en donde miles de argentinos, con ahorros difíciles de blanquear, colocan sus dólares y logran transferirlos al exterior sin dejar rastros de la operación. La metodología no sería una sorpresa si no fuera porque se trata de una sucursal no registrada del BNP Paribas, el banco oficial de la ciudad de París con sucursales en 85 países del mundo.
El juez federal subrogante Octavio Aráoz de Lamadrid no podía creer lo que el gendarme le decía por el radio desde el pequeño hall del piso 27, en el suntuoso edificio Catalinas Plaza, sobre la avenida Alem, en la zona de Retiro. Era noviembre del año pasado y Aráoz de Lamadrid había ordenado un allanamiento luego de encontrar el papelito con las cuentas de Romano en el que también estaban escritos sus depósitos “en negro” junto a un número de teléfono, el 43132608, y la dirección, avenida Alem 855.
“Doctor, acá no hay una cueva, hay un banco”, le dijo el jefe del operativo parado frente a la puerta de madera clara con la inscripción del BNP. “Entren igual”, respondió el magistrado. Los gendarmes tocaron el portero que tiene cámara incluida, se presentaron y siguieron adelante con el allanamiento que tenía como objetivo inicial llevarse las computadoras para investigar transferencias sospechosas de dinero al exterior sólo del señor Romano. Al día siguiente, la Gendarmería recibió un llamado del Ministerio del Interior, interesado en saber qué habían encontrado. La embajada francesa en Buenos Aires también abrió sus canales de comunicación con el juzgado y con la Gendarmería para prevenir escándalos públicos. Hace unos días, Crítica de la Argentina dio detalles sobre los antecedentes polémicos en Latinoamérica de otra empresa francesa –Alstom–, con grandes negocios en Argentina. La sede diplomática francesa también se interesó en este caso.
Toda la documentación recolectada en esa oficina terminó siendo el primer paso para una batería de denuncias por lavado de dinero, encubrimiento y evasión impositiva, que Aráoz de Lamadrid realizará en los próximos días, luego de investigar durante meses cómo funcionaba esta sucursal no registrada del BNP en donde se transferían al exterior –según registros encontrados que constan en el expediente judicial– cifras cercanas a los 175 millones de dólares anuales sin informarle ni una sola vez al Banco Central de la República Argentina.
La denuncia por lavado y encubrimiento recaerá sobre un juzgado federal, el resto de las acusaciones se distribuirán entre el fuero penal tributario, por la evasión; la Unidad de Investigación Financiera (UIF), la AFIP y el Banco Central, por tratarse de una filial que no está declarada. En rigor, este banco francés tiene una sucursal en esa dirección pero está en la planta baja. En la página web del BCRA –donde deben estar publicadas todas las entidades y sus oficinas de representación– aparece la filial Catalinas pero no dice nada sobre otra sucursal en el piso 27.
El hall central del lujoso edificio de oficinas es amplio y cualquiera que ingrese puede ver que hay cámaras por todos lados. No faltan guardias de seguridad. Para ir al piso 27 exigen dejar número de documento en el ingreso. Una recepcionista dirá: “¿Va al BNP de arriba?, mire que es una oficina de representación”. En términos bancarios significa que son despachos de los bancos donde se puede asesorar a los clientes, proyectar movimientos financieros, pero nunca, en ningún caso, hacerlos. Estas oficinas –que en general se utilizan para clientes extranjeros que vienen al país pero que mantienen sus cuentas afuera– deben ser declaradas al BCRA. En el expediente consta que al momento del allanamiento, el BNP no había informado de su existencia. El argumento de la entidad es que estaba en trámite la registración. Lo concreto es que recién en abril pasado informaron la existencia de esa oficina como un área de administración del banco, una categoría que no les permite ni siquiera atender al público. Con todo, esa respuesta se contradice con la realidad. En el propio hall de entrada del edificio permiten el acceso libre al público y explican que se trata de una “oficina de representación”. Según la documentación recolectada por el Juzgado Nº 9, allí no sólo se habrían hecho transferencias al exterior, sino que se trataría de operaciones en “negro”.
La tarea de descubrirlo no fue fácil. Todas las computadoras de la oficina están conectadas a un servidor exterior y se opera directamente en red. Es decir, ninguna de las acciones de los empleados del banco quedan guardadas en el disco rígido de la PC. Cuando la Gendarmería entró a hacer el allanamiento, no pudo encontrar demasiada información en los ordenadores. Se llevó papeles, CD, y planillas con miles de iniciales de clientes y sus números de cuenta que le sirvieron al juez para revelar que se trataba de argentinos ricos a los que el banco les guardaba su dinero en las filiales de Luxemburgo, París, Miami y Uruguay. Ninguna de esas transferencias quedaban registradas en el país. El mayor movimiento se dio entre 2001 y 2002, pero siguió por lo menos hasta el allanamiento.
Crítica de la Argentina dejó un mensaje ayer en el teléfono del gerente de Marketing del BNP, Alejandro Signorelli. El llamado fue respondido luego por una persona que se identificó como “Federico, de la consultora que trabaja para el BNP”. Dijo que se contactaría con la gerencia de la entidad financiera y daría una respuesta. Al cierre de esta edición, el BNP no dio su versión sobre la causa judicial en la que se encuentra involucrado.
Para avanzar en el caso, fue fundamental la causa contra Romano, el investigado contratista del PAMI. En el listado con las miles de iniciales acompañadas por números de cuenta, encontraron las de él. Y los datos coincidían con el papelito que apareció en su oficina. Así, el juez pudo seguir la ruta del dinero que el banco establece para estas operaciones. En todos los casos, el dinero se habría tercerizado a través de financieras que derivaban los fondos a las sucursales del banco en otros países. A cambio de una buena comisión, había una garantía de responsabilidad de ese dinero por parte del BNP. Varios empleados del banco ya declararon en este expediente. A Romano, por ejemplo, le encontraron depósitos en el exterior por un millón ochocientos mil dólares que –según fuentes con acceso al expediente– nunca declaró a la AFIP. Su evasión seguirá siendo investigada por Aráoz de Lamadrid pero el funcionamiento de la “cueva” será parte de una nueva investigación que comenzará en los próximos días pero nadie sabe cómo terminará.-
Deporte blanco, asuntos oscuros
Si el tenis internacional es un negocio fabuloso, mucho le debe al BNP Paribas. El mayor banco privado francés es el socio número uno del deporte de la raqueta, un circo itinerante que reparte millones de euros y glamour por todo el mundo.
El BNP es el patrocinador principal de la Copa Davis –la mayor competencia por países– y de Roland Garros, el legendario abierto de tenis que se disputa en París, cuya edición 2008 comenzará el lunes 26 de mayo. Se calcula que sólo para Roland Garros, el banco, que inició su relación con el tenis en 1973, cuando este deporte comenzaba a ser profesional, aportó unos 10 millones de euros. Además del provecho que significa que el logo del banco salga detrás de cada jugador durante las dos semanas del torneo, otros beneficios de la entidad son las más de 5.600 invitaciones que tiene a su disposición y que reparte entre clientes y personalidades vip.
El momento de mayor éxito de esa estrategia de marketing fue en 2001, cuando el entonces presidente estadounidense Bill Clinton se sentó a ver un partido en el palco de la Federación de Tenis en cuya pequeña pared colgaba un cartel del BNP. Además de Roland Garros, el banco es el sostén económico principal de la Federación Francesa de Tenis, cuyo presupuesto supera los 50 millones de euros anuales y es uno de los más importantes de Europa.
La causa comenzó con una denuncia en el PAMI
Mientras fue interventora del PAMI, Graciela Ocaña, la actual ministra de Salud de la Nación, ganó la batalla que había desatado contra Rubén Darío Romano, el contratista estrella de la obra social de los jubilados durante la gestión de Víctor Alderete. Romano representaba a una de las gerenciadoras que hicieron grandes y polémicos negocios durante el menemismo, y que desaparecieron luego de que Ocaña decidiera contratar directamente a las clínicas. La embestida tuvo un costo alto. Ocaña denunció que Romano, un hombre de fuertes vínculos con el gastronómico Luis Barrionuevo, habría dicho en una reunión de prestadores médicos que ella le estaba “saliendo muy cara y hacerla desaparecer saldría más barato”. Por esta amenaza, Romano tiene un procesamiento firme en el juzgado federal de Daniel Rafecas.
Junto a Carlos Stornelli, el entonces fiscal de la Unidad de Investigación PAMI, Ocaña denunció a Romano –en distintas etapas– por lavado de dinero y por desviar de manera ilegítima a su cuenta personal y a la de su socio, Osvaldo Luis Corti, fondos provenientes del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados destinados al pago de prestaciones médicas. Este último expediente quedó a cargo de Octavio Aráoz de Lamadrid, subrogante del Juzgado Nº 9. Siguiendo los pasos de esa investigación, el magistrado encontró en un allanamiento a su oficina un papelito con el registro de sus cuentas. Fue el comienzo del camino que lo llevó hasta la sucursal “fantasma” del BNP en el edificio Catalinas.
El ejemplo Rohm
“Esto es lo mismo que se descubrió cuando la Justicia encontró una cueva dentro del Banco General de Negocios, de los hermanos Rohm”, dijo a Crítica de la Argentina una fuente con acceso al expediente. “Tiene una sola diferencia: en vez de tenerla dentro de la propia sucursal, la hicieron en una oficina aparte”, afirmó.
Ese escándalo fue descubierto a fines de 2001, cuando las entonces diputadas Elisa Carrió y Graciela Ocaña denunciaron que el BGN había sacado del país depósitos de sus clientes durante la vigencia del corralito. La investigación estuvo a cargo de la jueza María Romilda Servini de Cubría, quien demostró que el BGN sacó dinero del país y lo depositó en su sede en Uruguay. También descubrió que la Compañía General de Negocios, la firma uruguaya del grupo, recibía depósitos de terceros en la Argentina en violación de la Ley de Entidades Financieras y fuera de la regulación del Banco Central. (CRÍTICA DE LA ARGENTINA)