ECONOMÍA
El Presupuesto 2011 delimita el nuevo escenario parlamentario
El oficialismo intentará que el Partido Socialista respalde el proyecto en la votación en general. Le recordará que en Santa Fe, el Frente para la Victoria le viene aprobando el Presupuesto a Hermes Binner todos los años.
Poco a poco se va desvaneciendo esa especie de tregua política que había impuesto la repentina e inesperada muerte de Néstor Kirchner. Por estas horas, el Grupo A de la Cámara de Diputados duda si le conviene retomar o no su estrategia belicista contra el gobierno de Cristina Fernández, sobre todo después de la imponente movilización que generó la muerte del ex presidente. El escenario donde puede expresarse el fin de este impasse es el debate por la Ley de Presupuesto 2011.
El oficialista Frente para la Victoria tiene como principal objetivo la media sanción de lo que se llama la ley de leyes. Es conciente de que todavía no cuenta con la cantidad de votos necesarios para aprobarla, si bien consiguió superar la primera etapa –esto es el dictamen de mayoría– gracias a la aparición de un despacho de Proyecto Sur que dividió a la oposición en la comisión de Presupuesto. Pero esto representó sólo salvar el primer escollo. Lo más duro está recién por venir y es el debate en el recinto.
“Estamos conversando con todos los bloques”, se confesó un dirigente del bloque oficialista. La conversación gira alrededor de respetar esa norma no escrita de la convivencia democrática que dice que a todo gobierno se le aprueba el presupuesto. Como ejemplo, ponen la actitud que tienen los legisladores provinciales del FPV en Santa Fe, donde le respetan al gobernador Hermes Binner los presupuestos que envía todos los años a su legislatura provincial.
El caso santafesino no es casual, y por ello el oficialismo abrió, en la Cámara de Diputados, canales de conversación con el bloque socialista, donde los legisladores de esa provincia son mayoría. Buscan que este grupo reedite lo que sucede a nivel provincial y respalde el proyecto kirchnerista en la votación en general. Después, el voto de cada artículo será objeto de otra negociación, otra etapa, que todavía no comenzó.
Mientras los kirchneristas trabajan a destajo sobre el presupuesto y las modificaciones que pueden llegar a aceptar, en el Grupo A la situación no es menos complicada. La oposición, en Diputados, está dividida entre halcones y palomas. Los primeros, donde aparecen radicales, algunos peronistas disidentes, el PRO y la Coalición Cívica, consideran que la tregua ya terminó y que deben retomar la vieja senda de la confrontación con el oficialismo. Intentarán imponer su propio dictamen de presupuesto donde prevén una inflación infinitamente superior a la que maneja el oficialismo, e incorporan el incremento de las jubilaciones al 82% móvil. Una vez más, sin dar detalles de dónde obtendrán los fondos, lo que llevó ayer al diputado Gustavo Marconatto a calificar la propuesta como “inflacionaria”.
Entre estos halcones también están, con matices, algunos de Proyecto Sur, como Claudio Lozano, promotor de un dictamen propio de presupuesto que, si bien considera el incremento jubilatorio, se diferencia de sus socios del Grupo A en el mecanismo que se aplicará para obtener los fondos. Habla de fijar nuevos impuestos y recuperar el porcentaje de los aportes patronales. Estas diferencias debilitan los proyectos opositores.
Acá es donde cobran relevancia los bloques menos confrontativos, integrados por socialistas, Libres del Sur y los de Solidaridad e Igualdad que responden a Eduardo Macaluse. También podría considerarse que en este grupo están Felipe Solá y Marcelo López Arias. Peronistas al fin, no ocultaron el efecto que tuvo en ellos el mensaje que significó el respaldo masivo que recibió el gobierno en estos días. No resolvieron todavía qué hacer, pero sí reconocen que “es complicado estar en la vereda donde no hay peronismo”.
En este escenario, el cálculo de probabilidades de éxito resulta más favorable para el oficialismo, que de todas formas no descarta continuar con el presupuesto de este año si todo se vuelve en contra.
(El Argentino)