INFORME | ENERGÍA

Habría crisis energética hasta principios de 2010

Si bien por el momento los coletazos de la crisis energética no han afectado a los hogares, las restricciones impuestas al sector industrial y comercial para que racionalicen su consumo parecen ser la clave para entender que este fenómeno de escasez de energía podría llegar a permanecer entre los argentinos al menos por unos dos años más.

Según un extenso informe publicado en el periódico Hoy la Universidad de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), un grupo de expertos opinó que la falta de este recurso estará vigente hasta principios de 2010, cuando empiecen a sentirse los primeros síntomas de recuperación, gracias al incremento del gas importado de Bolivia y otros proyectos de desarrollo gasífero y eléctrico.

La crisis energética es en realidad la suma de una serie de factores que la han desencadenado. La UNC dice en que han ejercido su presencia un fuerte incremento de la demanda, que trepó exponencialmente alentada por los precios casi marginales fijados al consumo de gas y electricidad en comparación con los valores internacionales de los energéticos.

Pero también el artículo del medio universitario destaca el crecimiento general de la economía nacional y la falta de inversión privada tanto en infraestructura para producir y transportar energía, como en la exploración de nuevos yacimientos de gas, lo que lleva a que haya disminuido drásticamente el stock de reservas en el país, que desde 2000 prácticamente cayó a la mitad.

Sin embargo, las soluciones no están a mano y parece que los argentinos ya tendrán que acostumbrarse a esta situción por varios meses más. "La crisis energética se solucionará en forma permanente recién a partir de 2009, fundamentalmente por los acuerdos de importación con Bolivia y la entrada en vigencia de otros proyectos de generación que tienen planificados las autoridades del sector", indicó Alfredo Visintini, profesor del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y especialista en Economía de la Energía.

Según datos de la secretaría de Energía de la Nación, el grueso del gas natural que se usa en Argentina proviene de tres cuencas nacionales: la Neuquina (produce 77,11 millones de metros cúbicos diarios), la Austral, ubicada en Tierra del Fuego (aporta 45,87 millones) y la del Noroeste, Salta (19,45 millones), y sólo una parte menor se importa de Bolivia (7 millones).

Para Visintini, el principal problema del gas natural es la falta de extracción de los yacimientos. En el país, los niveles de producción crecieron sistemáticamente entre 1993 y 2004, período en el que casi se duplicaron (de 26 miles de millones de metros cúbicos anuales treparon a 50,46), pero a partir de ese último año se alcanzó la máxima capacidad de obtención de ese combustible.

En cambio, desde el punto de vista de Carlos Valquez, experto en regulación de servicios públicos y docente del Instituto de Economía y Finanzas de la UNC, el cuello de botella está dado por la capacidad de trasporte del hidrocarburo. "Los gasoductos pueden conducir un determinado volumen, que viene siendo bastante utilizado ya desde 2004. Hoy, están saturados y son insuficientes para abastecer el consumo", explicó a Hoy la Universidad al tiempo que agregó la situación de los usuarios residenciales, que ocupan la mayoría de la capacidad de transferencia, fundamentalmente en los horarios pico.

En general los técnicos consultados coincidieron que aumentó en forma sostenida la demanda del fluido: creció durante la vigencia de la convertibilidad (3,52 por ciento), pero se aceleró desde la devaluación (4,76 por ciento). De todos los sectores, los que más incrementaron el consumo de gas fueron las centrales energéticas y el Gas Natural Comprimido (GNC), por la conversión de autos de naftas.

Un exceso de demanda

Eso es lo que piensan los especialistas sobre el núcleo de la crisis. Al parecer. En el caso del gas natural, el informe señala que desde la década del 80 este combustible ha sido el preferido por la industria, más aún cuando se convirtió en el reemplazo del fuel-oil y diesel-oil, más costosos.

Por otro lado, contribuyó al interés por el gas la permanente provisión que hace del mismo el yacimiento Lomas de la Lata de Neuquén, una de las reservas más importantes del país incluso luego de 30 años de explotación.

A esto se suma la recuperación económica argentina desde 2003, que estimuló la demanda del fluido ya que fue una constante la instalación de nuevas plantas de generación eléctrica durante la década de los 90, que funcionan en base a gas y producen energía a costos muy bajos (a través de ciclos combinados).

Alto consumo, poca generación eléctrica

Tal como indica el artículo publicado por la UNC, de 1992 a 2000 las empresas prácticamente duplicaron la capacidad de generación eléctrica, algo que no pasó con el nivel de producción de electricidad: tras la devaluación y hasta el presente se estabilizó.

"Contrariamente a lo que dicen ciertos sectores, durante los 90 sí se invirtió en generación y, en cambio, no se está invirtiendo ahora", señaló Visintini. En sentido, aseguró que se debería reinstaurar el sistema de precios que incentivó la instalación de nuevas centrales de ciclos combinados, que, durante la década pasada, permitió reducir "tremendamente el precio de la energía en el sector mayorista de Argentina (de 40 dólares por megavatio hora en 1993, bajó a ocho en 2000) y expandió la capacidad del sector".

En el caso de las usinas térmicas, la escasa capacidad de generación se debe a que no cuentan con gas suficiente para funcionar y tienen que recurrir a combustibles líquidos más caros, como el fuel oil, con el consecuente aumento de los costos de producción.

Un impacto que todavía no sienten los bolsillos de los usurarios residenciales (por la regulación de las tarifas eléctricas), pero sí afecta a la industria, donde, al igual que con el gas, los precios están liberados. "Después de la devaluación, con el congelamiento de las tarifas, no se han construido plantas para generar electricidad, porque con el contexto de precios actuales no es rentable desde el punto de vista privado", destacó Valquez.

Y no sólo eso. El subsidio aplicado a los hogares generó una deuda con los productores eléctricos de cientos de millones de dólares que el Estado se comprometió a afrontar, a cambio de que con esos fondos se creen dos nuevas centrales eléctricas de ciclo combinado (a gas y gasoil, de 800 megavatios cada una), que actualmente se están construyendo en Buenos Aires (Campana) y Santa Fe (Timbúes), y estarían terminadas en 2009.

En las centrales hidráulicas, que generan electricidad en base a reservas de agua, el problema es la escasa cantidad de este recurso actualmente almacenado en los embalses, que prácticamente está en los niveles mínimos. En tanto, las usinas nucleares (Embalse, en Córdoba, y Atucha I, en Buenos Aires) tienen una participación menor en el parque eléctrico nacional (sólo aportan alrededor del 8 por ciento del total).

Quieren gasoil y no hay

Otro fluido con alta demanda y poca producción es el gasoil. De acuerdo con Hoy la Universidad, las refinerías de Argentina han producido naftas y productos livianos, y en segundo término, productos intermedios como el gasoil o diesel-oil.

Pero en el mercado la tendencia fue a la inversa: creció el parque de automotores gasoleros y su uso en la agricultura repercutió directamente en una alta demanda por este líquido que hoy es escaso.

"Es un problema estructural que posee la industria de refinación -sostuvo Visintini-, que lleva a que permanentemente deba importarse este derivado del petróleo y se exporten las naftas". El inconveniente es que, como el precio del gasoil está subsidiado para transporte público (corto, mediana y larga distancia) e incluso el precio al público en general está por debajo de los valores internacionales, no existen incentivos en las empresas privadas para importarlo, por lo que está faltando en el mercado.

Por otra parte, a pesar de que tiene precios libres, también está faltando temporariamente el gas licuado de petróleo, debido a que compite con el gas natural.

Inversión y desregulación de precios

Planteada la crisis, ¿cómo se sale? En el corto plazo los especialistas hablaron de organizar cortes de luz entre los diferentes usuarios, restringir el alumbrado público o suspender las exportaciones de gas a Chile, pero atendiendo los consumos residenciales y comerciales del Gran Santiago.

Para el mediano y largo plazo reservaron la idea de acelerar las inversiones para la construcción de gasoductos así como las previstas para la edificación de centrales eléctricas -Yacyretá y Atucha II-, las cuales estarían terminadas en 2009, además de incrementar las importaciones de gas boliviano e invertir en estudios de exploración, entre otros proyectos.

Sin embargo, los expertos no dejaron de marcar que se deben sincerar los precios y realizar ajustes de tarifas de electricidad y gas a los sectores residenciales y comerciales, una medida que, consideran, fue muy razonable en el contexto de la crisis de 2001, pero no en el actual escenario.

Por último, señalaron que esta desregulación de precios debe estar acompañada de tarifas sociales (fijadas por debajo de los costos) para los sectores de menores recursos. Los especialistas fueron contundentes: las empresas invierten sólo a partir de incentivos, algo que viene faltando en el sector energético.

Fuente: Hoy la Universidad