INFORME

La violencia laboral suele empezar por un reclamo del trabajador

Ana Paulisso trabajó dos años como redactora de una editorial. Un día envió al director de redacción y a uno de los dos jefes (una jefa), un correo electrónico con una lista de potenciales entrevistados. Nombres a los que la jefa de Paulisso había dado el visto bueno en reuniones breves de trabajo. Detalle que, al parecer, habría olvidado al escribirle la respuesta: "No sólo no me parece bien el agobiante detalle que le mandaste a Alfredo (el director): me parece de cuarta y, lo que es peor, inútil.

Pero, dado que evidentemente tu estilo es puentear a tus jefes, seguí hablando con Alfredo. En lo que a mi respecta, he perdido la paciencia". La respuesta textual de la jefa es un ejemplo de violencia laboral de orden psicológico.

El informe de la Comisión Tripartita de Igualdad de Trato de Oportunidades entre Varones y Mujeres en el Mundo Laboral -Violencia laboral, una amenaza para los derechos humanos- al que Clarín tuvo acceso en forma exclusiva, detalla que el 61,3% de los casos de violencia se inician después de que el trabajador efectuó algún tipo de reclamo laboral.

"Si hay acoso o violencia es porque hay alguien más débil que otro. Se discrimina y golpea, por caso, al trabajador boliviano ’porque ese indocumentado está en mi empresa’ o a la mujer porque ’¿qué está haciendo esta mina en nuestro lugar?’. Aunque también es cierto que hay mujeres que discriminan a otras mujeres que consideran inferiores", detalló Olga Hammar, titular de la comisión que preside el Ministerio de Trabajo e integran ministerios, gremios y empresarios.

El informe realizado sobre la base de 320 denuncias de violencia laboral (en el 59,4% de los casos, por mujeres), entre enero de 2006 y setiembre de 2007, alumbra también que el 17,3% de los acosos violentos empezó después de que el trabajador estuvo enfermo. El 10% después de un accidente laboral. Y el 5,3% después de que la trabajadora anunció su embarazo.

La violencia laboral es toda acción, omisión o comportamiento que tiene por objetivo provocar -directa o indirectamente-, daño físico o psicológico al trabajador o a la trabajadora.

A veces el acoso puede ser una amenaza del tipo "sos una inútil" o "te voy a echar". O ser un hecho consumado. Por ejemplo, ocultar las herramientas de trabajo o criticar con particular cizaña el trabajo. "Las situaciones de violencia buscan intimidar, apocar, reducir, amedrentar y/o consumir física, emocional y/o intelectualmente a la víctima", señala el informe.

Según el relevamiento de la comisión, el 82% de las denuncias fueron por acoso psicológico, lo que significa un tipo de agresión que se oculta detrás de la invisibilidad de las palabras. El 10% de las denuncias por violencia física y el 8%, por acoso sexual. "La única forma de acabar con la violencia laboral es el pleno empleo registrado", concluyó Hammar. (CLARÍN)