CONSUMO

Las viejas agendas en papel sobreviven al auge de la tecnología

Tapas de cuero o plástico lavable, hojas firmes a la espera del lápiz o la lapicera, calendario y, en algunas ocasiones, casi un kilogramo de peso en papel, una creación que, según cuenta la historia, surgió de la inventiva del chino Ts‘ai Lun en el año 105.

Esos son los atributos que, si bien pueden parecer obsoletos en la sociedad de la información, utilizan las agendas tradicionales en la Argentina para resistir el embate de los productos tecnológicos que llegaron para reemplazarlas.

En esa familia se cuentan desde los teléfonos celulares con múltiples prestaciones hasta las laptops y, muy en particular, las palmtops, las minicomputadoras conocidas como “agendas de bolsillo”.

“Vemos que las ventas se mantienen. No observamos que la electrónica sea una competidora, sino que la agenda tradicional es un complemento. Más aún: el mercado se agranda, pero también la oferta, por lo que es difícil crecer en participación”, anota Mariano Artiagu, gerente de Ventas de Citanova, una de las marcas más conocidas en el país.

Para los fabricantes locales, la realidad del mercado puertas adentro es el capítulo de una tendencia internacional. “Luego del paso por la electrónica, hay un retorno de usuarios a la agenda de papel, por accidentes que terminan en la pérdida de información”, asegura Máximo Santambrogio, vicepresidente de Agendas Morgan. Esa casa presenta una particularidad: “Fuimos los primeros en traer una agenda electrónica, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, pero la dejamos por problemas técnicos”, explica.

Entre los productores locales se cuentan a Morgan, que apunta a un paladar sofisticado, y la más popular Citanova. También hay importadores, como Faber Castel y Rehin, entre otros. Aunque el sector es ajeno a las estadísticas oficiales, la mayoría coincide en un punto: el mercado sufrió un reacomodamiento, pero no está en retracción.

Morgan, por caso, cerró 2007 con una facturación aproximada a los $ 8 millones, el doble que en 2007. Y en la empresa, que vende agendas de hasta $ 500. “Vamos a tener más salida el año que viene. La venta de 2008 para 2009 aumentará posiblemente un 6%, si la economía crece un 8%”, explica Santambrogio, quien lamenta, sin embargo, los aumentos en los costos.

Años de recuperación

En 2002, año de plena crisis en el país, sólo quedaron en pie cinco empresas dedicadas a la venta de agendas de papel, asegura Artiagu. “Pero el año pasado llegó a haber ofertas de 22 marcas distintas”, completa.

La salida de la crisis dio nueva forma al mercado. Sucede que de la mano del crecimiento económico aumentó el volumen de regalos empresarios. “Muchas de las grandes compañías venden hasta un 95% de su producción al sector corporativo, que en algunos casos las obsequian y en otros las utilizan en la firma”, explica Santambrogio. “Una misma empresa puede comprar más de 15.000 agendas”, agrega.

Desde la crisis, además, a los productores locales se les abrió la veta exportadora. México, Venezuela, Uruguay y España son algunos de los destinos de la fabricación made in Argentina.

Inserción en nuevos nichos de mercado –como el infantil–, oferta variada, agendas temáticas y complemento con sus hermanas más jóvenes es la receta que seguirán los productores locales de agendas para seguir haciendo pie frente al avance de la electrónica. (EL CRONISTA COMERCIAL)