Una política de desarrollo implica pasar de la teoría a la acción

La caída de la producción industrial pyme en el acumulado de 2019 de acuerdo a la CAME fue del 6,5 %. Si bien en los últimos meses hubo una desaceleración de la caída los resultados son lamentables. De acuerdo a datos de AFIP entre 2018 y 2019 el cierre de Pymes fue del 2,1 % del total. La pérdida de empleos en blanco fue de 11700. El dato más elocuente es que el 91% de esas pérdidas se dio en micropymes. Es decir empresas de entre 0 y 10 empleados.

La herencia de la herencia sigue teniendo los mismos malos resultados. La gestión de Macri deja una “perlita” que explotará justo el día que convalida el año bisiesto: el próximo 29 de febrero de 2020. Por cuestión de especulación eleccionaria en segundo semestre de 2019 la AFIP dispuso suspender desde el 2 de octubre 2019 y hasta el 29 de febrero de 2020 el procedimiento sistémico de la exclusión de oficio del Régimen Simplificado para Pequeños Contribuyentes. Es decir: Monotributo.

Muchos se habrán pasado de los límites de facturación haciéndose eco de esta suspensión pero habrá que tomar una decisión. O dejarlos caer en la trampa de no poder soportar la presión tributaria y seguir el destino de cierres como les paso a los microempresarios en 2019 o tomar una resolución de nuevos saltos impositivos con un régimen intermedio de facturación y pagos de ganancia por escalas progresivas que impliquen evitar cierres y más despidos pero fundamentalmente permitirles conseguir la musculatura económica y financiera suficiente para convertirse en algún momento en pequeñas empresas y ser generadoras de más empleos.

Desde el Ministerio de Producción de la Nación tienen una prioridad. Resolver la macro y el endeudamiento de la Argentina, intentar desacelerar la caída del consumo, distribuir recursos a las capas sociales más baja y dejar para una segunda etapa un Plan de Desarrollo Productivo.

Es necesario pensar un plan para el pequeño emprendedor y el microempresario en Argentina. Pero es fundamental discriminar políticas por tipos de empresas micro, pequeñas y medianas. Argentina navega entre dos mares en forma permanente: aplicar un proteccionismo a ultranza o una apertura indiscriminada de las importaciones sin plan de inserción en las cadenas globales de comercialización.

El modelo de mercado internismo basado en el consumo para las microempresas se agota cuando el Estado ante la alta presión tributaria no les da margen para reinvertir utilidades ni financiamiento a baja tasa por lo cual en su ciclo de vida van perdiendo competitividad y productividad al incrementar sus volúmenes de producción y las economías de escalas en lugar de mejor sus costos unitarios y sus márgenes terminan en pagos de impuestos intolerables que las llevan al cierre.

El modelo basado en sustitución de importaciones para las pequeñas y medianas empresas de la teoría cepalina de la dependencia en economías emergentes frente a países desarrollados es un modelo de pensamiento agotado. Las relaciones asimétricas del intercambio donde la producción de commodities y el cambio oscilatorio de sus precios llevan a que su capacidad de compra de bienes y servicios del exterior se vean disminuida no es debate en el mundo. Los países emergentes con buena calificación, macroeconomía equilibrada en su plano monetario y fiscal, relación baja de deuda/pbi pueden acceder a tasas de financiamiento del 4 % sin necesidad de forzar su balanza comercial. No es necesario conseguir un saldo favorable en sus exportaciones para permitir importaciones. El mundo si las condiciones están dadas financia el crecimiento y desarrollo a baja tasa. No es el caso de Argentina.

La falta de una política industrial desde hace 45 años implica haber hecho “política” permanente con la industria y las pymes particularmente en forma transversal en todos los sectores donde desarrollan su actividad económica.

La selección de “picking winners” es decir un Estado que seleccione sectores con potencial ganador a futuro es una fórmula pero no la única. Un caso en Argentina es la suspendida reglamentación de la ley de “economía del conocimiento” donde se generan incentivos hacia el sector cuaternario de la economía para que crezca y mejore sus exportaciones a futuro.

Es interesante observar que Gustavo Beliz como coordinador de Asuntos Estratégicos de la Nación puede colaborar para profundizar nuevos conceptos elaborados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en su anterior cargo como Director del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) donde ya no se habla de “política industrial” sino de un nuevo concepto de “política de desarrollo productivo” que se aleja del plan de sustitución de importaciones y se focaliza en promover exportaciones ocupándose en atraer inversión extranjera directa; financiando programas; impulsando exenciones impositivas o créditos fiscales,; promoviendo reorganización territorial a través de clusters industriales, entre otras acciones.

Por estas semanas cada declaración de Martín Guzman (Ministro de Economía de la Nación) es antecedida o sucedida por uno de sus mentores el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Por este motivo cualquier declaración suya sobre la Argentina genera rebote en las expectativas sobre abordaje de la deuda argentina y sobre los mercados. Stiglitz en 2014 apoyo la conformación de un “Task Force” de “Iniciativa de Diálogo para Políticas” (IPD) y la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) para promover políticas sobre transformación económica, industrialización y políticas industriales. La idea es mostrar políticas industriales exitosas y los riesgos y trade offs (mecanismos de compensación) vinculados a enfoques microeconómicos del desarrollo y crecimiento. En casos de los países del Lejano oriente por ejemplo desarrollaron políticas industriales pero centradas en servicios y en la agricultura.

Argentina parece tener prioridad en resolver la negociación de su deuda externa. Solo una pata aunque no menor de sus desequilibrios macroeconómicos. Tanto la coordinación estratégica de Gustavo Beliz como algunos conceptos que Martín Guzman pudo haber absorbido en la Universidad de Columbia en forma cercana a Joseph Stiglitz parecerían quedar para una segunda etapa.

La duda es si la implementación de ese plan de desarrollo es asociado a los conceptos y propuestas de las CEPAL (Comisión Económica de América Latina) donde Matías Kulfas (Ministro de Producción de la Nación) escribió papers sobre Mipymes; si nos acercamos a las “Políticas de Desarrollo Productivo” que promueve el BID vía Gustavo Beliz desde la coordinación estratégica de la Nación; si nos inspiramos en la economías en crecimiento de oriente con las políticas productivas que difunde y analiza Stiglitz con las que se “embebió” Martín Guzman o si hacemos un mix de la tríada o conjunción de las mismas.

Argentina hace 45 años que hace “política” con la “políticas de desarrollo productivo” y los resultados están a la vista. Bajo PBI per capita, alto nivel de pobreza, baja densidad empresaria en relación a su población, bajo nivel de inversión interna sobre PBI, escasa llegada de inversiones extranjeras directas y fuerte asistencia social para compensar los altos niveles de desempleo, entre otros.

Fuente: Ámbito.com