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Libros: otro año de periodismo político y autoayuda

Con la Feria del Libro, año a año se reavivan ciertos temas. Cuánto, cómo y qué leemos los argentinos. El futuro del mercado editorial. La irrupción del e-book. Por lo pronto, queda claro que el mundo del libro ya no es lo que era. Sin nostalgia podría concluirse que es la adaptación al cambio de las épocas de nuestra sociedad, al que la industria del libro y su actor vital -el lector- no están exentos. Tiradas menores, mayores títulos, rotación permanente. Un lector inquieto, movedizo, escurridizo para editores y expertos del marketing.

Según las cifras más recientes de la Cámara del Libro, en nuestro país se publican cerca de 75 millones de ejemplares -sin contar las reediciones- y 20 mil títulos al año (cifras 2009). La tirada promedio es de 3.000 ejemplares, una cuarta parte de aquellos 11 mil ejemplares que se promediaban durante la Edad de Oro que sacudió el mundo editorial durante la década del ’40 y principio de los ’50. En ese entonces, la producción local llegó a liderar el mercado hispanoparlante.

Luego sobrevinieron complicaciones por la falta de papel, el encarecimiento de los costos de producción y la escasez de financiamiento. La irrupción de la televisión y más acá en el tiempo el tornado que desató Internet también hicieron cambiar los hábitos. Hoy se da por sentado que todas las estadísticas dejan afuera un escenario complejo de descifrar: cuánto, cómo y qué se lee en la Red.

Para las editoriales la mayor cantidad de títulos, como estrategia para la constante renovación de la oferta, es una característica en crecimiento. Así, el ciclo de vida de cada título es relativamente reducido. Una propuesta de "zapping" literario para el lector, con las vidrieras renovándose a ritmo frenético.

osis de suspenso, política y autoayuda

Sin datos recientes de la tradicional Encuesta nacional de lectura que solía realizarse de manera oficial, los intentos por trazar el perfil del lector argentino provienen de fuentes privadas. En uno de los últimos sondeos llevados a cabo en la Feria del Libro, el 86% de los asistentes afirmó que leía entre uno y cinco libros por año. Aunque en es tipo de informes la gente suele responder más por lo que "quiere aparentar" que por los hábitos reales, el lector argentino estuvo y está bien considerado también en el exterior. Sin ir más lejos, esa tradición cultural reconocida por propios y extraños llevó a la UNESCO a designar a Buenos Aires como Capital Mundial del Libro 2011.

En cuanto a la temática, los primeros datos que arroja este 2010 parece ir de la mano con el modelo 2009, dominado por novelistas extranjeros y periodistas políticos locales. Si antes fue la estadounidense Stephanie Meyer y su saga de jóvenes vampiros en "Crepúsculo" (350.000 ejemplares vendidos), ahora lo es el sueco Stig Larsson con su exitosa trilogía de suspenso policial "Millenium" (90.000). Al ensayo político de Marcos Aguinis ("Pobre patria mía", 130.000) lo sucedieron otros dos libros con pretensiones anti K: Luis Majul con la investigación "El dueño" (200.000) y Ernesto Tenembaum con "¿Qué les pasó?" (publicado en marzo orilla ya los 30.000).

Además parece seguir dando réditos un boom comenzado hace ya varios años y que aún continúa: el de los libros de Historia argentina, género ligado de manera instantánea al nombre de Felipe Pigna (varios capítulos de "Mitos de la historia argentina" y el reciente "1810", uno de los tantos volúmenes surgidos bajo la excusa del Bicentenario).

Otro rubro que tracciona fuerte los números de las editoriales el de los libros engoblados bajo la amplia categoría de Autoayuda. Con distintas temáticos y estilos, Gabriel Rolón, Bernardo Stamateas y Ari Paluch son los autores insignia: entre los tres vendieron más de medio millón de ejemplares.

La Feria de este año confirma el fenómeno. Los expositores revelaron que los libros que despiertan más interés son "El secreto" de Rhonda Byrne; el mencionado "1810" de Pigna; "Chubasco" de Cielo Latini, "Mi verdad" de Hilda Molina, y el clásico "Las venas abiertas de América Latina", de Eduardo Galeano.

Entre los autores, los más buscados son Bernardo Stamateas, Adrián Paenza (a bordo de su exitoso "Matemática... estás ahí?"), Eduardo Galeano, Jane Austen y Julio Cortázar. Los siguen autores inmortales como Franz Kafka, William Shakespeare y Arthur Conan Doyle.

El género más requerido en consultas es la Narrativa universal, seguido por Literatura infantil y juvenil; Astrología, esoterismo y autoayuda; Religión, Ensayo universal e Historia Argentina.

Avizorando el futuro: el libro digital

En nuestro país, al libro electrónico le falta un largo camino que recorrer: en 2009 sólo el 6% de las ediciones se registraron en un formato ajeno al papel, aunque es de esperar que la tendencia vaya en aumento constante. Parece ser que es interesante la demanda en Internet del Kindle, el avanzado e-lector de Amazon, que se consigue por u$s 260 o u$s 490 según el modelo y tamaño de la pantalla. Ofrece unos 300 libros disponibles (y un listado casi inagotable de títulos libres ya de copyright). Hay otros que se anotan con la flamante Ipad presentada hace sólo semanas por Apple. A nivel internacional, la tendencia electrónica continúa en aumento: los datos más recientes, de febrero de este año, proporcionados por el Foro Internacional de Edición Digital marcan un incremento en la oferta de 339%.

El tema continúa tomando fuerza. Hace sólo días se celebró en Buenos Aires la IX Reunión Internacional de Directores de Ferias del Libro, que tuvo al formato digital como tema excluyente. El titular de la Feria de Beijing, el chino Zhang Jichen, afirmó que "el libro digital es el futuro" y para dar una idea de la magnitud del fenómeno, contó que "la última feria contó con dos mil metros cuadrados para los stands de libros digitales". En la Feria vernácula aún se los ignora, aunque habrá que ver por cuánto tiempo más.

Es que en definitiva plantear los distintos formatos como una batalla, en la que uno de ellos termine por sucumbir, quizás no sea el camino más inteligente. Como con la música, habrá que reformular el negocio, definir de nuevo los porcentajes de regalías, conocer las nuevas características del lector... y adaptarse. Quizá dio en el punto un alto directivo editorial, quien sostuvo durante el mismo encuentro: "El problema no es en qué formato lees sino qué lees y todos nosotros estamos aquí para organizar esta loca relación de los lectores y los libros. En dos mil años seguiremos acá, no importa el formato, lo importante es leer". (ÁMBITO WEB)